Estaba experimentando un nuevo sentimiento. Un nuevo sentimiento que conocí gracias a ella.
Me quedé estático y perplejo al roce de sus labios con los míos. Esa escena se quedó grabada en mi memoria y la podría repetir cuantas veces yo quiera.
Nunca pensé que mi vida daría un giro drástico y cambiaría mi forma de ser, de pensar, de actuar y todo lo relacionado en sí.
Yo ya la conocía, no en persona, pero si en mi imaginación. Solo estaba esperando su llegada.
Caminé directo a la escuela como un robot contento y eso era lo raro, ya que las máquinas no tienen sentimientos. ¿Ahora se pueden dar cuenta del poder que tenía "Sa" sobre mí y ni siquiera se había dado cuenta?
Ese fue mi mejor día. Un día que siempre recordaría sin importar nada.
Al salir de clases. Me topé al ex-novio de "Sa" al que le había dado una paliza por haberla maltratado como lo hizo. Lo fulminé con la mirada, pero antes de eso lo observé.
Él estaba recargado sobre su moto hablando con una chava que me estaba dando la espalda. No la reconocí.Seguí mi camino, por la calle principal del pueblo, pero unos segundos después desvíe mi destino a los rieles del tren. Siempre me gustaba caminar por aquel lugar. A los lados estaba lleno de árboles que separaban las vías de la calle principal.
Cuando estaba cerca de la tienda donde ella trabajaba. La busqué con cautela y le hablé con ella misma.
Me gustaba como iba vestida; bueno no, no me gustaba su ropa. Me gustaba ella. Fuera como fuera.
Ese día llevaba un short color café claro y una camisa rosada.
Tan sencilla y eso me gustaba de ella. Porque las cosas más ordinarias de la vida son las más extraordinarias.
Y ella no era ordinaria; era extraordinaria por el simple hecho de querer ser ordinaria, aún sabiendo que no lo era.
Me acerqué a ella y fui como un cliente para que no la regañaran por sí ese tipejo se encontraba ahí. Estaba seguro de mí mismo que no aguantaría otra escena como esa en contra de "Sa". Una la perdono, otra no.
Al momento que me encontraba enfrente de ella. Me tendió una sonrisa tierna y me miraba con simpatía.
—¿En qué le puedo ayudar?—. Al momento que lo dijo soltó una sonrisa. Se veía tan profesional.
—Con su precensia —. Respondí interceptando su mirada. Posé mi mano sobre el mostrador, donde también se encontraba la suya.
Empecé a rozar suavemente la tersa piel de sus manos con mis dedos de una manera cuidadosa. Mientras nos veíamos fijamente. Estábamos separados por el mostrador, pero en nuestras miradas estábamos más unido que cualquier otra cosa. Solo necesitaba escucharla, tocarla, y abrazarla. Eso era todo, quería estar seguro que fuese real y no un sueño del cual despertaría muy pronto.
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Al Otro Lado De La Calle
Teen Fiction¿Y si te digo que la mayoría de estas cosas no son lo que aparentan? ¿Me creerías? Julio, un estudiante promedio de 18 años, torpe y tímido, no se atrevía a salir de su monótona vida. No estaba preparado para nuevas emociones. Pero, un jodido día, u...