¿Realidad o sueño? Eso me preguntaba constantemente en aquellos escasos minutos ante la presencia de "Sa" y su hermanita que por lo visto se llamaba Daniela, pero hacían diminutivo su nombre por su escasa edad.
No podía quedarme helado ante aquel suceso mientras surgían más preguntas en el interior de mi cabeza que me empezaron a cuestionar sobre ciertas cosas.
Así que... traté de actuar de lo más normal y me partí camino hacia donde ellas se encontraban. Estaba viendo una blusa muy bonita, por cierto. Tenía buen gusto, obvio, estoy hablando de "Sa"Ella estaba, antes de que Danielita se echara a correr, estaba en una tienda de ropa a la cual regresó tras ir por ella.
"Sa" estaba radiante como siempre, vestía un pantalón de mezclilla con algunas zonas un poco blancas, por lo visto el pantalón era moderno y traía puesta una camisa blanca, pero las mangas eran de color negro y había unos puntos negros en el centro de la camisa haciendo resaltar peculiaridad en la persona que la portaba. Pero "Sa", "Sa" no necesitaba eso, no necesitaba nada para resaltar entre la sociedad, ella, ya tenía ese brillo inhato que la hacía resaltar de entre todas las personas que se encontraban a su alrededor. Su belleza me cautivó igual que la primera vez que la vi.
"Sa" estaba viendo la ropa que ofrecían, en particular aquella blusa. Pero no había nadie que la atendiera. La tienda estaba abierta, eso se veía más que a simple vista, pero no le prestaban atención a "Sa". Las que atendían estaban allí adentro, pero nadie salía.Yo estaba a unos pocos metros de distancia de "Sa", cuando mi teléfono empezó a sonar. Lo estraje de mi bolsillo y al mirar la pantalla me di cuenta que la llamada era de Lucero.
No quería contestar en aquel preciso momento, quería ir en dirección hacia "Sa".
Miraba la pantalla, mientras me decidía si contestar o no. El teléfono dejó de sonar después de unos cuatro minutos de insistencia.Levanté la mirada hacia la tienda y "Sa" ya no se encontraba en ese lugar, por lo visto ya se había ido.
Ya no me quedó de otra que seguir el rumbo que tenía en mente hace unos minutos atrás; la casa de Lucero.Lucero vivía un poco alejada del centro del pueblo. Su casa estaba casi hasta las orillas de la zona, donde no se escuchaban los coches pitar ni el ruido de la gente, no, allí era tranquilo, se suspiraba casi en lo que cabe de la palabra, silencio total. Muy buen lugar para escribir un libro.
Su casa era de dos pisos, con un patio algo grande. Ella tenía un perro, al cual amaba mucho, pero una enfermedad terminó con la vida de aquel asombroso animal. Sabía algunas cosas sobre Lucero por parte de mi hermano que me las contaba.
Su relación era más complicada que la de un matrimonio en puntos críticos.
Bueno, caminé con unos pequeños pasos sigilosamente como un detective hacia su casa, ya que había silencio total por aquella zona. Todo parecía normal, eso suponía, porque solo visité una vez a Lucero y eso fue porque acompañé a mi hermano Alexis.
Toqué la puerta pero nadie salía tras mi llamado. Volví a tocar y nada. ¿Lucero estaba en casa? Fue la única pregunta que me hice en aquel preciso instante. Todo marcaba que no había nadie. Pero no me podía ir tan pronto, tenía un mal presentimiento.
Tenía una corazonada que Alexis había hecho una tontería, era imposible creerlo, pero no descartaba la idea. Todos cometíamos errores. Tras no recibir respuesta me propuse a salir de aquel lugar.Cuando volví para salir de ese territorio, un chirillo hizo voltearme rápidamente prestando atención a lo que sucedía tras mi espalda.
Ahí estaba Lucero, vestía un pantalón de mezclilla normal junto con unos tenis Converse, traía una camisa rosada y llevaba puesto sus lentes. Su cabello café cubría una parte del rostro.
Al verme puso cara de atónita, como si viera un fantasma. Aquello me sacó de órbita, aunque yo me sentía muy seguro hace unos minutos atrás, ahora ya no lo estaba y menos por su conducta tan tranquila y relajada.—Milagro que vienes a visitarme, Yuls. ¿Dónde te habías metido? ¿Cómo sigues con tus canciones? ¿Y tú hermano?—. Interrogó mientras me regalaba un efusivo abrazo. Yo me dejé llevar como si nada pasara y también la abracé, pero me encontraba más confundido que nunca y todo fue, a parte de su conducta, aquella última pregunta que formuló, ¿y tú hermano?
—¡Tu me llamaste!—. Respondí con una mirada confusa al momento que nos separamos.
—Pero, ¿cómo?—. Seguía un poco alegre, pero estaba empezando a portarse un poco excéntrica—. Hace apenas unos minutos que acabo de llegar. Tengo una semana de vacaciones, así que decidí venir aquí, es más, hace un rato iba a ver a tu hermano Alexis. Últimamente ha estado un poco distante, ya no sé si me quiere o no sé qué le pasa...—. La interrumpí.
Estaba claro, ya no entendía nada. Tal vez si estaba loco.
—¿Qué? ¿De que me perdí?—. Pregunté exaltado sin entender nada.
—¿No te lo ha dicho tu hermano?
—No, apenas vino hace unos cuantos días así de la nada. ¿Decirme qué?
La curiosidad se encontraba en cada célula de mi cuerpo. Me estaba ahogando por dentro, tal vez... aquí estaba la razón por lo que Alexis se había aparecido tan precipitadamente en el pueblo sin ningún previo aviso.
Al hacer aquella pregunta empezó a mirar mis facciones para descubrir si le estaba diciendo la verdad.—Tú hermano y yo somos novios desde hace una semana—. Confesó con una sonrisa que revelaba al pronunciar cada letra de aquellas palabras.
Mientras yo estaba encerrado en mi mundo ajeno a la civilización, ocurría cosas en aquel mundo que ignoraba que me podrían perjudicar, pero nunca me supuse eso hasta ahora.
Esa era una gran noticia, eso era lo que mi hermano quería desde primero de preparatoria, pero, ¿por qué dijo Lucero que creía que ya no la quería?
Otra vez, había más preguntas que respuestas.
Vinieron a mi mente aquellos recuerdos de la expresión de mi hermano al ver su teléfono y como desaparecía constantemente.
No sabía nada.
![](https://img.wattpad.com/cover/122741029-288-k763297.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Al Otro Lado De La Calle
Teen Fiction¿Y si te digo que la mayoría de estas cosas no son lo que aparentan? ¿Me creerías? Julio, un estudiante promedio de 18 años, torpe y tímido, no se atrevía a salir de su monótona vida. No estaba preparado para nuevas emociones. Pero, un jodido día, u...