EL CONJURO DE LA RAZÓN NEGRA

25 8 0
                                    

Ana Hudson está paralizada frente a Judas, Lo veía detenidamente, y el cuerpo sin vida de Kendra en el suelo, pero justo a los pies de Ana, lo que hizo que Hudson estuviese mas nerviosa de lo normal.  Al mirar a Kendra, y posterior buscar con la mirada a Judas, no lo encontró. Trato de auxiliar a la joven muerta, pero fue imposible, ya no había nada que hacer, Kendra estaba muerta.

Ana se levanto, e intento salir de la casa, pero la puerta no abría. Se canso de intentarlo, y solo se dio vuelta, pegó su espalda de aquella puerta y lo miró, una vez más estaba allí, no dejaba de observarla.

—Hoy se cumple tu tiempo, he venido como se acordó. Tus monedas han expirado Ana Hudson.

—Yo no he nacido aun, aun faltan horas para tu llegada, así que no se cumplirá, sino a la hora adecuada.

—Yo soy Judas, el que la historia marcó de por vida. Yo soy quien vino a cobrar su tiempo.

—Quítate la capucha y déjame ver tu rostro, solo así me iré contigo, como se acordó.

Judas se movió lentamente hacia un lado, con un paso lento, dejó de mirar a Ana por dos segundo y posterior volvió a ella. Hizo un breve silencio, mientras Ana guardando fuerzas y valentía, insistió

—Si me dejas verte, me iré contigo, solo debes dejarme mirar tu rostro.

Judas repitió la acción, se movió a un lado lentamente, retirando la mirada de Ana por solo dos segundos, para volverla a ver.  Ana insistió una tercera vez, y Judas repitió la acción una vez más, pero Judas en cada movimiento, se acercaba un poco más  a  Ana.

Hudson estaba en silencio, al igual que Judas, quien se paralizó de tal manera que no se movía, ni hablaba.  Ana se acercó un poco más, ya que notó como si había muerto de pie, o se había convertido en una estatua, porque estaba totalmente inmóvil. Cuando aseguró que no se movería, la mujer expuso

—Porque pasar tanto tiempo, escondido, solo por cumplir un pacto que sabes que podías romper. Tu eres un traidor, y podías hacer lo que quisieras. Porque esperar tanto, llenando de agonías a tantas personas, solo por obsesionarte conmigo, solo porque crees que yo soy la puerta a tu eternidad. Tu quisiste cumplir mi tiempo, el que tu me habías dado, pero no cumpliste mi tiempo, el que yo te había dado. Tu fallaste Judas, has fallado dos veces en la historia.

Judas continuaba  sin hacer ni un solo movimiento.

— ¿Por qué no me respondes?,  yo necesito que me digas algo, necesito respuestas. Habla Judas

Ana golpeo a Judas, en el hombro, pero aun así éste no se movió. Ana dio la espalda y se escuchó

— Ellos están aquí. Tu los trajiste.

—Ellos han venido por ti. Tu no tuviste que escapar de ese tiempo Judas, Tus carceleros están aquí.

— Ana Hudson, tu no me conoces, tu no sabes nada de mi. Tu Ana Hudson me vas a conocer, quieras o no.

Toda la casa quedó a oscuras. La penumbra se apoderó del lugar. Cuando Ana logró encender las luces, Judas estaba amarrado a los dos extremos de las manos. Detrás de él estaban,  Martell y Jimmy, sosteniendo las cuerdas. Judas expuso

—El conjuro de la razón negra. Tu Ana Hudson hiciste el conjuro de la razón negra en mi contra.

—Tu no puedes llevarme Judas. Jimmy, Martell, acabemos con él.

Todo el sitio empezó a congelarse, tanto Jimmy como Martell y la propia Ana intentaban apresurar el paso, para invocar la destrucción de Judas.  Jimmy y Martell,  quienes veían el afán de Ana, les fue mostrado el rostro de Jesse, quien señalaba con su mano derecha, y su expresión de desespero, que no lo hicieran, se podía leer en sus labios decir: "Cometen un error, no lo hagan".  Martell se detuvo y observaba a Jesse gritarle: "Papá!, no lo hagas".  En el caso de Jimmy podía ver a Jesse, correr hasta él, expresándole que no hiciera lo que pedía Ana. En la linea de tiempo pausada en lentitud, Ana Hudson arrebató a Martell una hoja del Conjuro de la razón negra, al darse vuelta Martell la tomo por los brazos, al igual que Jimmy, una vez realizada esa acción, todo el tiempo y espacio volvio a su curso normal. 

Judas estaba frente a Ana, y ella era quien estaba amarrada a los extremos de sus brazos, y a ambos lados Jimmy y Martell la sostenían

—Un trato es un trato. Dijo Judas

Detrás de Martell y Jimmy, se escucho alguien toser con desespero, como si volviera a la vida, al darse vuelta, Jesse Turman estaba en el suelo, con aquel vestido de dormir, con el que se suicidó. Jesse había vuelto.  

JUDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora