Con pluma en mano y lágrimas en mis ojos, relato mi tristeza.
Jamás, en la vasta historia de mi existir, he derramado lágrima por dama alguna.
El reloj marca las ocho de la noche, la luna refleja su fulgor en cada perla salina que surca mi mejilla, cada gota solitaria, desahuciada y sin anhelo de proseguir su viaje en este efímero teatro de la vida.
Los hombres no lloran, dicen. Mas aquí me hallo, testigo de mi desconsuelo.
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Un alma herida y un corazón desecho
Short StoryDicen que un hombre no llora, pero aquí estoy yo. Ella, una mujer paradisiacamente bella con una sonrisa deslumbrante, y yo un loco enamorado. Sus ojos son un pedacito de universo hecho de chocolate que se me antojan tanto comerlos aparte de mirarl...