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Por primera vez en mi vida mi mente quedó en blanco.

Y no se comparaba en nada a las veces en las que intentas resolver el examen final de matemáticas y no recuerdas ni tu nombre.

Esto era peor, mucho peor.

No fue solo un beso.

Quizá fue su primer beso.

Ella nunca había tenido novio.

A veces solía ser demasiada fría con muchos y jamás había tenido intenciones de tener novio a sus dieciséis años.

Pero hay estaba yo.

Un joven que suele ser tímido, y no como el resto de adolecentes a los que les recorre alcohol por las venas y fiestas por la mente, el cual acaba de darle un beso arrisegando una amistad de años.

Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora