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Tenía la cabeza agachada mirando hacia el concreto, como si mágicamente sobre él fueran a aparecer las palabras que debía decir para no quedar como un estúpido.

Por un instante pensé en responderle loco de amor por ti,  pero no, ella era de esas chicas que leían mucho y eso le sonaría algo anticuado.

Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora