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Usualmente en el colegio solíamos sentarnos en carpetas cercanas.

El lunes ella se alejó.

Se sentó a cuatro carpetas de mi asiento.

En ciertos momentos aun encontraba su mirada, pero era un mirar frio y tenebroso.

Ya nada sería lo mismo, todo había cambiado.


Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora