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Mi cuerpo se empezó a helar.

Desistí a su caminar y veía como su esbelta silueta perdía forma y difuminábase a lo lejos, dejando a su paso un alma herida y un corazón desecho.

Cerré los ojos con una melancólica agonía.

Sentíame desfallecer.

Tan solo llegue a ver algunas gotas rojas salpicando en el concreto.

El piso estaba frío, pero no tanto como su corazón.

FIN.

Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora