Ella leía demasiado.
Se alimentaba de libros, respiraba de libros.
Su vida eran los libros.
Ella amaba tanto leer, como yo amaba tanto verla sonreír.
Por mi parte, no era un chico al que le apasionaban los libros.
No hasta ese entonces.
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Un alma herida y un corazón desecho
NouvellesDicen que un hombre no llora, pero aquí estoy yo. Ella, una mujer paradisiacamente bella con una sonrisa deslumbrante, y yo un loco enamorado. Sus ojos son un pedacito de universo hecho de chocolate que se me antojan tanto comerlos aparte de mirarl...