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Ella leía demasiado.

Se alimentaba de libros, respiraba de libros.

Su vida eran los libros.

Ella amaba tanto leer, como yo amaba tanto verla sonreír.

Por mi parte, no era un chico al que le apasionaban los libros.

No hasta ese entonces.


Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora