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Tomé su mano izquierda y la acerqué a mi corazón.

-¿Lo sientes?-le pregunté.

Mi corazón latía tan fuerte que lo oía palpitar.

Ella, con las mejillas sonrojadas, lentamente se acercó a mis labios sin decir más nada.

La tomé por la cintura.

La miré a los ojos, y suavemente fui acariciando sus labios.

Nuestras almas se fundieron, el tiempo no pasaba y la luna llena contemplaba a dos corazones que estaban destinados a estar juntos hasta el fin de los tiempos.

Nada podía arruinar aquel momento perfecto.

O tal vez si.

Si... aquel irritante sonido a las seis de la mañana.

Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora