Esa misma noche.
El bus estaba a oscuras.
No había más ruido que el rose del viento con el parabrisas.
Ni más luz que un cuantas linternas al fondo que iluminaban el juego de naipes.
Ella se acercó a mi asiento.
Bajo la cabeza y se dejó caer a mi lado.
ESTÁS LEYENDO
Un alma herida y un corazón desecho
Short StoryDicen que un hombre no llora, pero aquí estoy yo. Ella, una mujer paradisiacamente bella con una sonrisa deslumbrante, y yo un loco enamorado. Sus ojos son un pedacito de universo hecho de chocolate que se me antojan tanto comerlos aparte de mirarl...