De pronto todo había sucedido tan rápido y estábamos parados frente a su casa.
Tan solo me quedó darle un beso en la mejilla y decir un: lo siento, cuídate.
Esa fue la mejor noche de mi vida. Había acariciado sus hermosas mejillas y besado los labios de la chica que amaba desde mi infancia.
Aunque en instantes temía que haya sido un grave desatino y pudiera acabar con nuestra amistad.
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Un alma herida y un corazón desecho
Short StoryDicen que un hombre no llora, pero aquí estoy yo. Ella, una mujer paradisiacamente bella con una sonrisa deslumbrante, y yo un loco enamorado. Sus ojos son un pedacito de universo hecho de chocolate que se me antojan tanto comerlos aparte de mirarl...