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De pronto todo había sucedido tan rápido y estábamos parados frente a su casa.

Tan solo me quedó darle un beso en la mejilla y decir un: lo siento, cuídate.

Esa fue la mejor noche de mi vida. Había acariciado sus hermosas mejillas y besado los labios de la chica que amaba desde mi infancia.

Aunque en instantes temía que haya sido un grave desatino y pudiera acabar con nuestra amistad.

Un alma herida y un corazón desechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora