¡Sorpresa!

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N.A: Si esta es una sorpresa y no sabías que hoy íbamos a subir, es porque no lees las notas de autor :c. Debes empezar a leerlas.
Y bueno si sabías que subiríamos capítulo... Hola, primero les queremos explicar que solo por hoy se subirá capítulo el día Jueves (luego volverá a la normalidad -osea el día Martes-) y que para quienes no entendieron que carajo pasó en el capítulo anterior, bueno solo era un prólogo a esta temporada, fue solo un sueño retorcido de Alex y eso.
Les saludan este día Jueves (en Chile), Catalina y Paulette.

¡Sorpresa!

Sentí que mi conciencia había vuelto, seguía con los ojos cerrados y tampoco quería abrirlos, porque ¿Para qué hacerlo?, después de todo ya sabía que Tyler no estaría ahí, es decir... nunca más estaría ahí o en algún lugar. ¿Cierto?
Pensé en morir, en acabar con mi vida como en aquel sueño. Creí que quizás la solución a todos los problemas que rodeaban mi cabeza, que en realidad siempre volvían a ser uno, ya no tenía ni tendría a Tyler. Él... ya no existía, y eso aún no podía ni quería aceptarlo.
Todos estos pensamientos me invadieron, perturbaron e incluso asustaron. Se convertían en pesadillas, pesadillas eternas que parecían nunca acabar y que me hacían recordar todos aquellos horribles y perturbadores sueños que me invadieron por todo el tiempo que me encontré inconsciente, aunque en realidad aún no sabía de cuanto tiempo se trataba.

Lo último que recordaba fue que había quedado inconsciente tras ese doloroso "acomodamiento" (por darle algún nombre) de aquella lesión que sufrí, sin saber en realidad como la sufrí. Pero la verdad es que ni en esa oportunidad, lograba importaba demasiado.
Al cabo de unos minutos, pensamientos y ojos cerrados, no pude evitar alarmarme por todo el silencio que me rodeaba. Lo único que lograba escuchar era murmullos de gente a la lejanía.
Abrí los ojos.
Lo primero que vi fue una pared metálica. Recorrí cada parte de aquel lugar tan solo con la mirada y al terminar, pude notar que me encontraba en una cama, dentro de la RV de Dale.

Dirigí la vista hacia mis ropas que se encontraban teñidas sangre, en especial en el lado derecho, ya que tenía la lesión en el brazo de ese lado. Sentía una extraña presión en la zona del cuello, no sabía que era, pero tras unos segundos me percaté de que esta presión era debida al cabestrillo improvisado que alguien me había puesto. Estaba mal colocado, no completamente, pero lo estaba, aunque no estaba nada mal para alguien que no sabía mucho de medicina en general.

Me puse en pie, miré alrededor y como era lógico, no había nadie más que yo en el vehículo.

Me dirigí hacia el baño aún un poco mareada. Al llegar abrí el grifo del lavamanos, pero claro, no había agua. Si lo piensan, es chistoso, he estado pensando en la muerte de Tyler y en apocalipsis zombie y aún así no recordaba que era lógico que no saldría agua.
A la mierda mi propia lógica. Reí bajo; por alguna razón quise hacerlo, quería reír para olvidar todo lo malo que había ocurrido últimamente, quería pensar que a pesar de todo, podría fingir normalidad, pero claro, era cosa de recordar que los muertos caminaban para darme cuenta de que mi plan jamás funcionaría.
Me senté sobre la tapa del inodoro y puse mi mano buena sobre mi rostro para aclarar las ideas que atacaban mi mente. Estuve así durante un tiempo, al menos hasta que escuché pasos cansados entrando al camper. No se escuchaban voces, y eso comenzaba a alterarme e hizo que la idea de que lo que entró fuese un caminante se hiciese más viable.

No gasté más tiempo y saqué el cuchillo que Daryl me había entregado para emergencia antes de entrar a la CDC, que siempre guardaba en mi bota desde el momento en que el cazador lo puso en mis manos.
Los pasos sonaban cada vez más fuerte, estaba nerviosa, pero no podía hacer nada más, debía actuar, no siempre iba a haber alguien para defenderme y ese era el ejemplo perfecto.
Salí del baño en un movimiento rápido y con el cuchillo en alto, lista para atacar. Tuve que retenerme de atacar una y otra vez a lo que creía sería un caminante al percatarme de que se trataba de un humano y no un "muerto viviente". Y no era cualquier humano, sino que era la pequeña Sophia, la hijita de Carol, quien ahora lloraba asustada y todo por mi culpa de disponerme a acuchillar a quien se me atravesará por delante. Inmediatamente guardé la navaja en mi bota militar y acurruqué a la pequeña niña contra mi cuerpo lo mejor que pude mientras ella no dejaba de llorar.

Sobreviviendo a Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora