Me costó mucho decirle a Chris que lo nuestro había sido un error, lo hice en cuanto el me llamó. Y de hecho no se lo tomó muy bien, cuando lo dije el cortó la llamada. No pensé que fuera a tomárselo así, aunque el no haber hablado con Ares en días ocupaba toda mi atención.
Me encontraba en el sofá, leyendo. "Rayuela" de Julio Cortázar. Desde muy pequeña que adoro leer, es un habito que entro en mi sin avisar y se mantuvo por años y años. Me gustaba porque para mi era como vivir a través de las historias que leía, cuando mi vida se tornaba oscura me sumergía en un libro y por un par de horas esa inmensa oscuridad en mi cabeza se veía opacada por palabras.
-Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos, - iba leyendo en voz alta cuando alguien a mis espaldas finalizo el poema.
-Y te deja estoqueado en la mitad del patio - su voz gruesa y ronca resonó en mis oídos como de de las mas dulce melodía de tratase.
-Ares- dije mirándolo directamente a los ojos, extasiada por unos segundos. Pero cuando el hechizo de su mirada disminuyo hable de nuevo - ¿Como entraste?
-La puerta de atrás estaba abierta- dijo rascándose la nuca nervioso, como si dudara de haber hecho bien.- Quería sorprenderte.
Me acerque a el sin desconectar nuestros ojos y tomé sus manos. Que eran considerablemente mas grandes que las mías.
-Me alegra que vinieras, aunque mas que eso me sorprendió que supieras el poema. - Una media sonrisa se reflejo en su cara.
-Me gusta leer, y a veces escribir.- Y noté como se arrepintió de decir esto ultimo casi al instante.
-Tranquilo, no te pediré que me muestres nada. Yo también a veces lo hago, aunque no soy buena en eso. Me daría un poco de pena mostrárselo a alguien.- dije mirando los pequeños lunares que había en su mejilla derecha.
-No te juzgare- susurró contra mi oído.
Nunca le había mostrado mis escritos a nadie, nunca. Siempre fueron algo tan intimo que sonaba monstruosa la idea de leer para alguien mas mis mas recónditos sentimientos plasmados en papel, hasta este momento.
-Quédate aquí.- Subí la escalera de dos en dos y unos minutos de búsqueda mas tarde baje con mi cuaderno en mis manos. El se encontraba sentado en el sofá, yo me asenté del otro lado del sillón.
Me replante la idea de hacerlo varias veces durante unos segundos, pero en todas seguía siendo una buena idea abrirme a Ares. No me imaginaba este momento con nadie más.
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ARES
Teen FictionTodos me dijeron una y otra vez que si jugaba con fuego, acabaría quemándome. Pero lo que nunca nadie me pregunto fue si lo que andaba buscando era algo de calor. Él, era fuego. Yo, tenía frio. Es mi primera novela y es el borrador, por lo tant...