Capítulo 38

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  Entre caricias y besos, llegó el amanecer. Lo observamos juntos desde la ventana de mi habitación luego de que el condujera el auto de Leah hasta mi casa y yo sin otras intenciones lo invite a pasar la noche. Ver como el sol se asoma por el horizonte y pinta el cielo de tonos carmines siempre me reconfortaba, pero verlo tendida en mi cama entre los brazos de Ares era la paz misma. Y no quisiera estar en ningún otro lugar.

  Sus manos jugaban con mi cabello, enredándolo entre sus dedos. No quiero mentir y decir que el no me atrae sexualmente, pero aquí en este instante, somos infinitos. Y cualquier placer carnal parece insignificante a comparación de tenerlo mi lado, con la guardia baja, pensando en nada o tal vez en todo.                               

Cuando la luz ya estaba por completo y el cielo celeste como el agua, Ares se marcho. Yo no soy creyente, pero separar nuestros cuerpos se sintió como un pecado.  Es difícil de explicar, porque creo que nuestras almas nacieron para encontrarse. Y se que con el es apostar, pudiendo perder. Pero por primera vez, no me importa en absoluto. 

Mientras los momentos de sus caricias en mi espada se reproducían en mi cabeza una y otra vez, caí dormida. 

Es curioso como los sueños pueden mostrarnos nuestras mas anheladas fantasías o los mas destructivos pensamientos. Esa noche, fue la segunda.

Las lagrimas de mi padre derramándose por sus mejillas, mientras sus manos buscaban desesperadamente que su cuerpo reaccionara a ellas, que ella abriera sus ojos y lo abrazara. Los terrores nocturnos eran rutina en mi infancia y volvieron a aparecer durante mi rehabilitación de drogas y alcohol hace 2 años, desde ese momento no me han abandonado.  

 Papá tocó la puerta de mi habitación y entro segundos después con el desayuno en una bandeja. Lo deposito en la cama luego de besar mi sien y acariciar mi cabeza unos segundos. Mantuvimos una charla matutina, normal hasta que...

-Kara, tengo algo que comunicarte.- habló firme pero sin mirarme a los ojos.- Nos mudaremos.

-¿De verdad? ¿A otro vecindario? Eso es genial.- hable con un tinte de entusiasmo en mi voz.

-A Londres, Kara. - 

Un silencio sepulcral invadió la habitación. 

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