Acto 1: Interpretación Majestuosa -Escena 05-

128 22 0
                                    

Como si se tratase de un viaje mental, Lautaro tenía su vista distraída. Regresó en si.

Mirwe se había percatado del despite del actor. Trató de abir un poco mas su ojo pequeño, para tener vista completa de la expresión perdida de Lautaro. Este movió su mano y pidió una disculpa. Mirwe se alegró y continuó:

—La mesa esta lista. Ahora no tengo el privilegio de acompañarte, estoy muy atareado. Espero que disfrutes la comida—con dos dedos en el aire provocó que una mujer con vestido negro se inclinara ante Lautaro y lo llevó a la mesa correspondiente.

—Gracias—dijo Lautaro por encima de su hombro.

El lugar había sufrido algunos cambios con respecto hacia un año. Mirwe no desparovecho la ocasión de conocer a un actor tan reconocido y comenzó a clavar varias imágenes con bordes luminosos que resaltaban la firma de Lautaro. Era de esperarse y el reconocimiento le habia llegado como agua a rio.

Tomó asiento. Echo una ojeada al menú. Reflexionó un momento y dijo:

—Dos platos de ensalada de marule y otros dos platos de carne mish.

—¿Algo de tomar?—preguntó la camarera.

—No. Así esta bien. Gracias.

Había pedido los platillos sin haber visto el menú. Dejando a la pobre mujer con el brazo estirado. Lautaro ignoró aquello y miró a través de una pequeña ventana que reflejaba la mitad de un cielo parcialmente naranja con un café oscuro a consecuencia del ambiente exterior y a los mismos soles.

Detrás de una barra donde se concebía a saludar al dueño del restaurante, se encontraba un rostro apaciguado de Mirwe, las arrugas de su frente se hicieron más pronunciadas mientras le decía algo inaudible a la camarera.

Lautaro no le encontró encanto a la paz de observar su exterior debido a las personas que se encontraban en el local impresionadas por él. Algunos tuvieron la ocurrencia de interrumpir su propia comida para recibir una firma. Lautaro jamás se negaba pero realmente deseaba que este día no. Autografió y eventualmente se apartaron a sus respectivas mesas cuando la comida arribo a la mesa del actor. Era lo menos.

Mirwe desde aquella barra flexionó su brazo, juntó sus dedos, cerró sus ojos y señaló que comiera.

La camarera deseó provecho y se fue.

Lautaro observó la bandeja que presumía unas hojas con endiduras de color rojo y el centro amarillo, rociado con un aderezo especial de la casa; el siguiente platillo mostraba un tierno filete de un grosor cuestionable y un rojo que aromatizaba un delicioso carbón que llegaba a los orificios nasales de Lautaro. Terminó con el último bocado, dejando un juego de ensalda y carne de los platos restantes.

Miró fuera de nuevo y chisteó dentro de si al apreciar a un joven de una barba de días sin afeitar, él cual enseñaba su mano derecha alzada a los peatones. Lo ignoraron. Lautaro supusó que era extranjero. El color de su piel grisácea lo delataba fácilmente. Recordó que hace decenas de ciclos solares existió un conflicto entre la nación actual y la de donde provenía el joven. Los Martyrianos eran demasiado reconcorosos, especialmente los de Qyetei. Lamentó el hecho de pertenecer a ella y echo hacia atrás la silla, anotó en un trozo de papel <<Gracias>> y retornó a la salida con los dos platos de comida. La camera cuestionó eso, no era un restaurante para llevar, mencionó agresivamente. Mirwe la calmó poniendo la palma de su mano en su hombro y sonrió gentilmente a Lautaro terminando con:

—Espero que lo hayas disfrutado.

—Como siempre: Excelente.

Pareció no convencerle al ver los dos platos completamente llenos en sus manos. No era el hecho de no haberlos terminado, sino el de llevárselos.

ODISEA ÁNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora