Acto 11: Relaciones Impropias en Aleabid -Escena 12-

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Recien Bashkim aterrizaba en Martyr, con nerviosismo y alegría. Tenía un periodo sin ver a su hija. Acomodó su cabello, su abrigo y sacudió su pantalón. Recogió la esfera grabadora y un objeto ovalado; de cierta nitidez en sus bordes, con la imagen de su hija grabada en medio, tenía un extremo que esperaba ser desprendido. Sonrió expectante.

Su hogar era sencillo, un color ocre sin llamar la atención, una ventana en el primer nivel grande, que se reducia conforme a la luz exterior. En la entrada la Eisum, Aruti, un modelo de androide reciente, guardaba con su vestido color amarillo, con su rostro pequeño y feliz por ver al piloto.

—H-ey Aruti, ¿cómo han estado las cosas? ¿Has estado bien?—preguntó Bashkim con cierta vergüenza.

La androide le acompaño dentro del hogar, le ayudó con el objeto y la esfera.

—<< Bastante bien Bashkim. Zulet ha mejorado mejor. No ha sufrido ninguna molestia >>—lo miró fijamente—<<. Y ha estado preguntando bastante desde que le dije que hoy llegarías. >>

Bashkim se erguió correctamente, con una mano temblorosa. El tiempo sin ver a su hija, le había afectado; se había vuelto aún mas nervioso, cada vez que regresaba deseaba en su interior que mejorara, que ya estuviera completamente recuperada...; que deseara poder mirar fuera, sin molestia alguna.

—Bien, no hagamos esperar a la bella mujercita—masculló sócarron. Luego tomó los objetos que estaba cuidando Aruti.

Entró por medio de una sólida puerta de un metal café opaco. Se abrió subiendo la puerta automáticamente. Y ahí estaba tendida sobre una gran cama que se mantenía flotando, cercana a una proyección de uno de los paisajes que deseaba visitar. Bashkim dibujó una sonrisa en su rostro, de oreja a oreja. La niña lentamenete giró su cabeza hacia la entrada, una parte que aún podía mover.

Bashkim se aventó hacia su cama, le besó la frente. Recostó su codo sobre la cama y apoyó su cabeza en su mano, mirando con ojos enamorados a su hija. Ella solo se limitó a realizar media sonrisa.

—Te has puesto más guapa hija—acarició su largo cabello—. ¿Te has hecho algo?

Solo cerró sus ojos, imitando una sonrisa.

— ¿C-como ha— comenzo hablar— ha estado tu viaje padre?

—Ya sabes, solo comercio—agitó su mano en el aire— Puff... cosas aburridas. Pero mira—le mostró el objeto ovalado. La niña vio su imagen dibujada en él, pareció haberse puesto feliz—. Lo voy abrir, espera.

Desprendió desde el borde y una piedra se hallaba guardada. La niña brilló sus ojos. Aunque pareciera que se gestaría algun rechazo. Sin embargo, no pasó.

— ¿E-s en serio?— preguntó.

—Asi es, es algo que te habías burlado de mi, jovencita—se rió Bashkim y luego apretó en medio la pequeña piedra, para que una suave explosión de pequeñas luces se esparcieran por toda la habitación—. Vaya, que perdiste este reto... hice lo posible por encontrarla. Solo para ti— resultaba que la piedra había sido un deseo de Zulet, había visto por la proyección en la pared que era un objeto que dificilmente se conseguía debido al escaseo. Aquella mini explosión provocaba una imitación de olor y ambiente de su planeta de origen: Killium Der. Era lo que ella deseba desde hace mucho tiempo, ya que era lo más cercano que podría tener en toda su vida del exterior; sin tener alguna reacción negativa. Dentro de la habitación, comenzaba una percepción de estar fuera, un olor a humedad con azufre se mezclaba con una ligera brisa cálida—. Y eso no es todo, por supuesto que grabé bastante de la misión. Claro que tuve una oportunidad de visitar un lugar bastante especial que te gustará—se levantó e introdujó la pequeña memoria que almacenaba la esfera en un puerto en la pared, y la proyección automática se dejaba ver.

Bashkim volvió a recostarse con su hija, pasó su mano sobre su cabeza y comenzaron a ver la aventura, una donde cuadros de colores marinos perfectamente sobre puestos uno y otro se movían autónomamente, recorriendo el cielo negro. Luego una luz salía de lo profundo de la proyección. Piezas de distintos tamaños y colores se pusieron sobre los cuadros, para después usarlos como transporte. La autonomía de estos objetos radicaba en su utilización como atracción, donde prácticamente obligaba a Bashkim a subir con ellos. Comenzaron un divertido viaje en el cielo.

El piloto estaba observando el algo triste rostro de su hija. La tomó y la cargó sobre sus hombros, y comenzó a imitar aquellos movimientos que estaban sucediendo en la imitación. Zulet estaba riendo. Eso le agradó mucho a Bashkim. 

ODISEA ÁNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora