Acto 11: Relaciones Impropias en Aleabid -Escena 07-

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Bashkim estaba demasiado atento a cada paso del desnudo hombre, una concentración digna de un piloto. Por un breve momento giró su vista, se sorprendió que su equipo se hallaba demasiado lejos. Tocó la espalda del guía y señaló a su tripulación, hizo un gesto de "ven conmigo" y regresó por su equipo, no tenía la menor idea del porque se habían retrasado. Tomó de los hombros a Kella y a Lautaro, haciendo la misma pregunta ante lo ocurrido. Extrañados solo contestaron que estaban un poco cansados de caminar. Para la condición de Bashkim parecía posible, y quiso creerles esa razón. Obligó al desnudo a sentarse un momento. Llegó de nuevo la noche y continuaron.

—Piloto—exclamó Kella desde atrás. Mientras alcanzaba a Bashkim —. ¿Cómo es que puedes andar tan deprisa? – dijo con cierto humor.

— Asi debe ser, jovencita. Para llegar a ser un piloto de mi calibre; la condición es de alta importancia—sonrió hacia dentro. Dandole el paso para olvidar un poco la situación, aliviar la tensión.

—Algún día tendré esa... condición que hablas— dijo un poco ajetreada, pero estando al mismo nivel que Bashkim. Lo miró sonriendo, se mantuvo mas sorprendida por el desnudo hombrecillo, y sus largas zancadas, sin cansancio, y con una firme concentración que había estado ignorando a sus compradores—. ¿Confias en el pequeño?— murmuró.

—Es la única alternativa que tenemos. Esta guiándonos a la nave. Aún asi, tomaré la total responsabilidad sobre lo que suceda—arguyó.

—Pero. ¿Por qué decidiste hacer el negocio?— dijo con una voz más alta, recordando que era incapaz que la escuchase el hombre—. No me lo tomes a mal.

—En ese momento habían varios pensamientos, el primero y el más negativo, fue el que terminó con que tomara tal acción: ¿Qué pasaría si hubiésemos rechazado hacer un trato? Era claro que el rey mostraba interés en algo, talvez unas intenciones algo cuestionables o es eso lo que cavilé, quizás hubiera tomado por la fuerza a alguien de nosotros, o nuestra nave. No se, y además que sucedería después, tomando en cuenta que nos dejara ir. ¿Crees que aún nos harian el favor de llevarnos a la nave? Sin cuestionar o pedir algo a cambio— se detuvo, al ver el esfuerzo de Kella al seguir su paso—. Vamos, creo que podría salir algo peor. Pero me arrepiento, por que era una tarea que no me correspondía tomar, desobedecí un protocolo, y uno grande. Es eso lo que me ha preocupado aún más.

Kella asintió con su cabeza

—Entiendo Bashkim—se limitó a mencionar eso. Había amanecido de nuevo, los cambios drásticos de dia/noche había corrompido a la tripulación, confundidos entre el cansancio del camino o si habían ignorado el vital sueño.

Tras subir una pequeña amarilla y colorida colina; el último obstáculo que se enfrentarían tras divisar en lo mas arriba, la zona en que habían aterrizado.

Asi era, su nave estaba ahí. Un enorme alivio sucumbió a la tripulación, dejando atrás la dañada compuerta, con algunos chispeos electricos y pequeños cables que se asomoban, un hueco en la parte inferior se hallaba lo necesario como para que los alienígenas pequeños pudieran entrar.

Bashkim presionó sobre un rigido cuadro incrustado en el traje que llevaba. La compuerta se abrió de un golpe ruidoso. Dentro de la nave, objetos tirados, regados a lo largo y ancho de la nave, algunos recipientes abiertos, con sobrante de lo que fue alguna bebida. La mesa central cubierta de semillas y liquidos se mezclaba de forma desagradable.

Se habían llevado toda la comida abordo, el cuarto de alimentos se hallaba en un vacio total. Unos instrumentos del cuarto de motores habían sido cogidos de igual forma. El arma colgada en la cabina del piloto, había sido usurpada también. Por fortuna o desgracia el último cordon traductor se mantenía almacenado en el mismo cajón en la cabina. Bashkim lo encendió y lo echo sobre su hombro, la esfera grabadora la quito de su hombro y la guardó con una seguridad en un compartimiento del traje.

Estaban cansados, en la mente de los Martyrianos existía una necesidad de solo tener unos preciados momentos tendidos sobre la superficie, unos pocos momentos. Lautaro, fue el primero, se relajó brevemente, cerró sus ojos y los abrió parcialmente, guardando que los demás le siguieran. Le imataron.

El hombrecillo, dudoso y con pasos inciertos esperando la aprobación de Bashkim para sentarse con la tripulación.

—Ahora puedes entendernos, ¿cierto?—sonrió Kella—. Sería una verdadera pena hablar sin que entendieras—se alegró al escuchar que el Mujim volvia a emitir un duro chillido, que el desnudo sorprendido, mostró en su ojo un gesto lo mas parecido a reírse.

—<< Por supuesto dueño>>—dijo ahora un tanto mas formal—<<. Si no le molesta, puede llamarme G>>—senaló su pecho con sus tres brazos—<<. Es como me conoce el rey Tar'. >>

—Nada más irrespetuoso que confundir a la hermosa Kella por un hombre. Vaya que ¿G?—musitó Bashkim—. Es una mujer, hombrecito—dijo aliviando el momento, luego en un tono mas calmado y serio mencionó—. Ese tal nombre G suena... hmm, distinto, vamos intentemoslo: Yo soy Bashkim, el hombre a tu izquierda es Lautaro, su hijo Tavin y Kella, ahora que no pretendo llamarte G, ¿cuál es el nombre...?

—<<Como lo siento Bashkim>>—con su pronunciado ojo miró con cierta pena a Kella—<<. No era mi intención Kella. Le pido una sincera disculpa >>—barrió a Lautaro y Tavin—<<. Un cálido saludo para ambos. Soy Mell. >>

—Nada de que preocuparse Mell—dijo Kella.

—Un cordial saludo Mell—expresó Lautaro.

—Igualmente, Mell— pronunció Tavin.

—De acuerdo Mell, ahora que ha sido un éxito nuestra presentación. Hay algo que deseé preguntar desde que vi a alguien como tu en esa especie de jaula.

ODISEA ÁNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora