Acto 11: Relaciones Impropias en Aleabid -Escena 05-

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El monstruo despegó, dejando pequeños fragmentos de rocas expulsadas en el despegue. No hubo despedida.

— ¿Qué fue lo que paso, Bashkim?—Lautaro preguntó confundido—. Perdimos la oportunidad de saber el paradero de nuestra nave. Todo consecuente al intercambio que efectuaste. Sin mencionar que nuestro propósito de comunicarnos a Martyr ha quedado arruinado—dijo notablemente exaltado.

El piloto estaba perdido, simplemente oyendo las quejas de Lautaro. Giró y lo miro atentamente.

—Aún queda un traductor más en la nave—dijo sin titubear y bastante seguro—. ¿Comunicarnos desde el lugar donde tienen a personas enjauladas? Avaros de cosas de valor, intercambios. Creo que hubiese sido la peor decisión pedirle eso al Rey. No tenemos idea de si acaso, podrían rastrear la señal y ordenar algo turbio en contra de Martyr—sacó la cápsula y presionó el botón amarillo, asi liberando al desnudo—. Encontraremos la manera de cumplir el objetivo. Aún no hemos fallado.

Lautaro decidió detener cualquier ataque de nuevo, cuestionar de nuevo. Se abstuvo de generar un conflicto más a la lista. Talló frustrado su rostro.

—Bien, entonces lo que debemos hacer es encontrar la manera de llegar a la nave.

Bashkim, presionó sobre el pecho del traje, una ventana rectangular saltó a su vista. La ubicación de la nave estaba ahí, en algun lugar. Un poco lejos.

El desnudo estuvo palpando su ahora libre cuello. No había manera de agradecer. Comenzó a caminar, pauso y miró a la tripulación aún quietos. Caminó, giró su vista y esperó que el equipo reaccionara ante su acción.

—El hombre, ¿conocera la posición de la nave?— preguntó Tavin.

Bashkim desconcertado dio un inseguro si. No estaban en el mejor momento. Decidieron seguirlo. Mientras el piloto continuaba verificando la ubicación, constantemente.

Comenzaron a caminar en un lugar visiblemente oscuro, bajo el cuidado de altos pilares, que obstruían la vista en el cielo.

Lautaro observó a su alrededor, recordó que aquél objeto de fuego se precipitó en el interior del suelo, cayó; había un lugar sumamente alto donde habían aterrizado. Los pilares cegaban su vista. Observaba a Bashkim leyendo el mapa. El desnudo guiándoles.

Recordó el momento en Syfo, cuyo camino envuelto en la complicada decisión del piloto. Acabando en un desastre. Pensó en un quizás, en una diferencia, si hubiese esperado la respuesta de Meltris, todo habría sido distinto, tal vez. Ahora quizás el desnudo, era un reflejo de Meltris.

Tavin estaba con un rostro frio, pendiente ante alguna desagradable sorpresa. Sus ojos se movian de un lado a otro, esperando lo peor. Lautaro vio a su hijo de esa forma. Fue su decisión de embarcar a su hijo en algo incierto que resultó en una experiencia que no esperaba para él.

—Hijo—presentó un acercamiento hacia Tavin —, ha sido duro; has pasado por ciertas cosas que jamás pensé—extendió sus brazos como si tratase de capturar todo—. Tu madre definitivamente hubiese sabido como manejar esto—aclaro su garganta y parecía imitar a alguien—. Claro que no lo llevaras contigo, y si lo llevas sin mi permiso ire tras de ti, por él— Bajo su voz, con un sonrisa rota—. Todo sería diferente hijo. Has sabido estar impávido en comparación con tu padre. Quizás he aprendido algunas cosas de ti—se aseguró de pasar su brazo por el hombro de su hijo, y lo apretó demasiado. Pensando que es lo más preciado que tiene.

Tavin mantuvo una agachada cabeza, escuchando las palabras duras de su padre, unas que acabaron en el interior de su ser, llegaron a un lugar que lo obligó a quererlo mas. Levantó su cabeza, la volteó y le miró.

—Padre, por supuesto que si estuviese con nosotros mi madre diría eso—sonrió—. No tengo nada que decirte, tu jamas deseaste que las cosas sucedieran como lo hicieron. No tienes la menor culpa. Ahora mas que nunca he aprendido lo difícil que ha sido cuidarme todo este tiempo. Ahora debo preocuparme por mi mismo y ya no hacer que te abrumes tanto por mí; ha sido esta experiencia algo que de alguna manera me ha ayudado.

Lautaro había caído en sus rodillas, ahora no deseaba saber si era en lo más minimo culpable o no de las cosas que sucedieron. En este momento solo quería abrazar a su hijo, y darle las gracias por existir en su vida. Lo hizo.

Kella estaba pendiente de la conversación que en su espalda tomaba lugar. Logró escuchar algunas palabras de Lautaro y Tavin, lo suficiente como para creer que estaba oyendo de más. Sintió un cosquilleo a lo largo de su cuerpo, cuando giró al ver al actor tendido sobre sus rodillas, roto, y con unos ojos tristes. Él, se volvió a poner de pie, terminó de decir algo a su hijo, algo que ella ya había escuchado hace tiempo de su viejo padre. 

ODISEA ÁNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora