Acto 13: Voraz cumplimiento y sensible catarsis -Escena 01-

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No habían descansado. No podían tomarse un momento tan valioso. Tan importante. Se habían retrasado por bastante tiempo. Sus nervios comenzaban a engullir decenas de culposos pensamientos hacia su respectiva llegada.

Lautaro glorificaba en su mente lo peor, lo mas negativo que pudiese pasarles. Le dolía la sien, cada vez que utilizaba aquellos hilos mentales que se relacionaban con la idea absurda y trágica que vivio su hijo, Tavin. Estaba tan perdido en eso, que sus piernas comenzaban a dolerle, a causa de sus duros codos clavados en ellos, sirviendo como apoyo mientras sus manos soportaban su turbia cabeza. No sería capaz de volver a pasar por lo mismo, ha sido lo bastante duro, pensó y continuó, no, no. Claro que sería absurdo. Si ese fuera el caso. Muy probablemente ya hubiésemos recibo alguna notificación de alguna nave amiga. Sacudió su cabeza y mostóo seguridad en lo que se decía a si mismo.

—Definitivamente será asi— murmuró para él.

— ¿Qué es lo que será, padre?—cuestionó extrañado Tavin, quien con atención observaba como Kella llenaba un par de recipientes de alguna clase de líquido. Le fue más relevante seguir viéndola y no espero respuesta.

—... Y con una mezcla similar a esta, es muy posible que los humanos hayan llegado a concebir el material utilizado en el aparato que mandaron—miró a Tavin, sentado, tranquilo y con unos ojos alegres. Sonrió y volvió la mirada a Lautaro, postrado en el centro de la nave, en la pequeña sala, con la iluminación mas baja—, creo que me explique bastante bien, ¿no, Tavin? Vamos, que si llegas a responderme con un no. Quebrarias los bellos sentimientos de esta mujer—bromeó. Esperando que Lautaro mostrara algo de interés para unirse al duo. Y asi fue, al final lo hizo.

Bashkim, a quien mas le dolia el hecho de permanecer solo en la cabina, él y sus decenas de pulsadores que no tenían la menor intención de conversar. Llevaba un largo rato ahí dentro, poniéndose atento al viaje. Divisando como poco a poco lograba acercarse al sistema solar humano. Saltó levemente sobre su asiento. No por sorpresa sino por la admiración de la colorida estrella y por los diminutos planetas que se guardaban bajo su navio.

—No sería mal momento para dejar lo que estén haciendo y observar como este espacio nos esta obligando a verlo—comunicó por toda la nave.

La tripulación se abalanzó por todo el pequeño corredor que conducía hacia la cabina. El esplendor de los relucientes rayos de la estrella bañaba completamente la cabina. Y comproboraron la vista: Pequeños planetas bailando junto a sus más pequeñas lunas de tonalidades coloridas, amigables y bellas.

—Ahora... que estamos aquí, parece algo extraño que en ninguno de estos cercanos planetas a la Tierra, hayan tenido contacto alguno. ¿No les parece?— preguntó el piloto.

—Realmente no es extraño—respondió Kella y continuó—. Existen razones. Acaso... si existiera una civilización en cualquiera de ellos—comenzó aventurarse—, ¿tendrian en verdad la capacidad de detectar el planeta Tierra? ¿Sería de importancia contemplar algún contacto con ellos? ¿Traeria alguna clase de beneficio responder a su llamado? ¿Considerarian a la raza humana, de importancia, al menos como individuos de su magnitud? Probablemente sea alguna de ellas. Realmente no lo sabemos...

—Y para responder esas preguntas se optó por abarcar un mayor rango de investigación en este sistema solar— prosiguió Bashkim.

—Y dentro de esta exploración, de este viaje. Es decir, es presumiblemente que ya hayan comenzado su investigación en alguno de estos planetas, ¿no es asi?—continuó Lautaro sosteniéndose con su mano en una pequeña estructura en la parte superior de la cabina. Echando una misteriosa mirada al más alla. Contemplando lo vasto y diferente que se veía con respecto a sus últimos viajes. Esto será demasiado difererente, será algo valioso por recordar. Lo guardaré con vehemencia caviló.

—No solo es posible, ya ha sido concebido— Bashkim con su dedo mas largo jugaba en el aire mientras recordaba el pulsador correcto—. Es este, la ultima transmisión. Confirmando el aterrizaje en uno de estos planetas—siguió buscando otro pulsador, uno de llamativo aspecto. Más grueso y de opaco color—. Justamente el primero en presenciar a los Martyrianos—señaló en la ventana translúcida de la cabina. Se asemejaba a uno que recién habían pasado recientemente. Era mediano, con capas de un oscuro prominente, y sus extremos superiores un verde tan cálido, tan similar a la de la Tierra.

— ¿Y tiene nombre?— preguntó Tavin encantado.

ODISEA ÁNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora