Acto 8: Un momento adecuado para negociar -Escena 06-

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La base anfitriona de divisar el despegue de las naves era de una altura impresionante, unas compuertas en el techo abrían una luz amarilla que llenaba todo el lugar; círculos que sostenían los navíos que eran alargados, con una punta achatada, un color dorado y una forma cubica que describía muy bien a la nave.

Johel, Mair y Milan estaban al costado de Lautaro.

— ¿Irán en una de estas?—mencionó Milan mientras daba una palmada en la espalda a Tavin—, suertudo. Será toda una aventura.

Tavin con voz baja dijo:

—Sera algo inolvidable, de eso estoy seguro.

Johel rodeó con su brazo a Lautaro, lo llevó hacia él.

—Ha llegado Lautaro, un momento en el que al fin sabras que Martyr y la Unión no son tan distintos. Descubrirás cosas muy interesantes, entenderas en donde he conseguido la inspiración—lo soltó—. Un viaje hacia lo desconocido, ahora serás un Massimo lejos de aquí. Realmente deseo que tengas un viaje esplendido.

Lautaro agachó la cabeza, pensó, y la volvió a levantar.

—Por supuesto que será asombroso. Solo tendrás que acostúmbrarte al nuevo Lautaro; traeré una nueva inspiración para que ahora nos sea posible tener el premio.

Mair se alegró, dio un abrazo al hijo y al actor.

—Cuidalo bien Tavin—lo soltó y se dirijió a Lautaro con una sonrisa—. No vayas a perderte— rió.

En la explanada principal yacían los dueños de llevar a cabo la construcción de las naves, comenzaban a orquestar los preparativos finales, teniendo como socio a Joss.

Aparentaba haber finalizado aquella charla, salieron por distintos caminos. Joss halló a Lautaro, estaba nervioso y apresurado. Se acercó al actor y murmuró:

—Kella, del centro de investigacion, irá en su nave. Lo lamento Lautaro, los espacios en las demás naves ya se habían llenado— dio un golpecito en el hombro y se fue.

Lautaro se mostró estupefacto, esperaba solamente una experiencia con su hijo, y nadamas. Ahora tenía que compartir el viaje con la mujer, no encontraba algún problema, pero ¿por qué con ellos?

Una cantidad de personas llenaba el lugar, la plataforma se sacudia levemente a causa de las decenas de pasos que sucumbían. Lautaro se tropezó accidentalmente con un hombre, pidió disculpas. Luego lo detuvó.

— ¿La mision de la Tierra?

— ¿Eh?

—Disculpa, ¿también irás a la Tierra?

—Oh. Si. Encargado del estudio atmosférico del planeta—escondió bajo sus hombros un aparato delgado y circular que dejaba florecer graficas de diversos tipos—, New Rast, encantado... Lautaro—lo saludó—, en otro momento hubiese pedido una firma. Sin embargo ahora estoy un poco apresurado. Nos vemos en la Tierra.

—Claro, igualmente—parecia recordar algo— ¡¿Disculpa New, el hangar treinta y ocho?!

— ¡Esta a dos naves, mas adelante!

— ¡Gracias!

El hangar treinta y ocho dejaba una nave no muy diferente a las demás, unas matices azuladas cruzaban en forma de tres líneas paraleas por todo el casco de la nave. Había un hombre arriba del navio, con unas pinzas se encontraba sosteniéndolas, mientras apretaba de forma automatica unas duras tuercas. Se percató de Tavin y Lautaro, bajó adecuadamente por una silla que salía de la nave.

— ¿Lautaro Mustak y Tavin Mustak?—dijo con un tono serio—, soy su piloto Bashkim Walner, encantado de conocerlos—limpió delicadamente sus manos sobre una tela que cargaba en su bolsillo delantero del pantalón.

—Igualmente.

—Igualmente— terminó Tavin.

Era un hombre de anchos hombros, mas alto que Lautaro, su cabello había sido cortado al ras, pero las raíces presumían un color dorado, su rostro era sereno y jovial de un tono morado, vestia una chaqueta de cuello largo, disntintivo de los pilotos, se alcanzaba atisbar una franja rectangular en la parte izquiera del cuello, era plateada y con algo inscrito en ella. Bashkim estaba acomodando sus herramientas en un baúl.

—Adelante, échenle un vistazo mientras termino de arreglar aquí—miró los ojos dudosos de Lautaro—. Vamos, no les hará daño.

Entraron lentamente.

Una Kella agitada llegó, miró a Bashkim de espaldas y preguntó:

—Hangar treinta y ocho, ¿cierto?—recuperó el aliento.

El pilto giró su vista, se sorprendió, abrió mucho más sus ojos, y contempló a la mujer.

—Por supuesto. Nadie me comentó de una mujer hermosa—sintió algo de pena—, esto si es sorprendente, a pesar de su belleza, hay ciertas reglas. Permítame comprobar su abordaje.

Kella solo sonrió y decidió quedarse de pie, mientras esperaba. Bashkim le mencionó:

—Sería una verdadera pena que se quedara ahí mientras regreso—cerró su baul, y con su mano lo apuntó—, se que no es nada cómodo, pero servirá por el momento. Tome asiento.

Caminó con un paso correcto y de una postura firme. Se dirigió a una cabina entre los hangares treinta y cuarenta; no era un lugar tan amistoso, el color rojo lograba crear ciertas emociones en Bashkim, entró, y subió a una plataforma de cristal, entró y preguntó a uno de los desarrolladores de la mision acerca de una mujer en su nave, buscaron en una pantalla, hacia tiempo de haberse agregado por el mismo Joss. Suspiró y agradeció.

Kella estaba conversando con Lautaro y Tavin. Vio a un Bashkim con una leve sonrisa.

—Kella Hew, encantado que este con nosotros, pido disculpas por el incoveniente—tomó de la muñeca de Kella y asintió con su cabeza—, ahora solo falta la inauguración y terminemos dentro de este viaje.

Asintieron favorablemente y regresaron hacia el centro del aeródromo, bajaron hacia el subterráneo. Un horizonte marcado por centenas de personas que se hallaban festejando por lo que se avecinaba.

Dentro de una larga y extendida tela se mostraba el rostro de Joss. Unas breves palabras salieron de él, después cedió un espectáculo en el aire con bastones de tinta, que chorreban siluetas y dibujos de la Tierra, cambiaban hacia un saludo entre Martyrianos y humanos. Unas palabras llenas de energía surgieron al final.

"Amistad, Amor y Armonia en la Tierra. Buen viaje Martyrianos". Se desvaneció en un espectáculo de luces chispeantes.

La tripulación de la nave del hangar treinta y ocho caminaron, encontrándose con Joss.

—Asi que en un buen tiempo no te vere Lautaro—sus ojos vidriosos se mostraron, respiró profundamente y lo abrazó—. Buen viaje a todos ustedes—miró a Tavin—. Espero que aprendas mucho en la Tierra—le dio un abrazo igualmente y se despidió de Kella y Bashkim.

Bashkim detuvó a su nueva tripulación:

—Es de suponer que Joss o alguien más les habrá dicho la situacion de la nave. ¿Cierto?

—Si. Lo ha hecho Joss—contestó Lautaro.

—Hmm. Thiyya me lo había comentado.

—Excelente. Entonces, cualquier duda, se las ire explicando con gusto.

— ¿Cuántas naves iran delante de nosotros?— preguntó Kella.

—Cincuenta y ocho naves, cincuenta de ellas iran a la Tierra y las restantes iran a los planetas aldedaños de la Tierra.

Hizo un gesto con su mano levantando dos dedos, sonrió y continuaron caminando. El piloto recogió un par de cosas, acomodo en su lugar sus herramientas, condujó una caja metalica de tamaño grande hacia un compartimiento de la nave, se leia como Provisiones.

Bashkim acarició el mando principal, presionó un tablero de interruptores y comenzó a encender la nave. Esperó la señal principal. Un sonido en forma de eco retumbó el interior de la cabina de pilotaje y aceleró hacia los dos soles.

ODISEA ÁNIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora