4.- Beso de Año Nuevo.

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Despertarme con entusiasmo era algo raro en mí. Me levanto de la cama y me dirijo al baño para lavarme la cara.

—Soli, hora de buscar trabajo —me digo a mi misma.

Salgo del baño y me encuentro a Summer intentando encender la estufa para hacer el desayuno.

—¿Necesitas ayuda? —La rubia se asusta al escuchar mi voz y solo asiente en respuesta mientras suelta un gemido de frustración.

—La cocina nunca ha sido mi fuerte, ¿sabes? Siempre ordeno comida porque hasta el cereal se me quema —se ríe de su propio chiste y yo solo ruedo los ojos con gracia.

Camino hasta donde está la estufa y la enciendo.

—Oh, así es como se prende...

—Sí, Summer, así se prende.

Después de comer el desayuno me dedico a buscar trabajo en el periódico, pero cierta persona decide interrumpir mi búsqueda, diciéndome que no encontraré en estos días, puesto que mañana ya es Año Nuevo. No me importó, yo seguí buscando, mientras que con una pluma encerraba las ofertas de trabajo que coincidían con lo que yo quiero.

—Solo a ti se te ocurre viajar estando a dos días de Año Nuevo, ¿pero sabes qué? Al menos tendré una nueva amiga este año —dice la rubia mientras se encoje de hombros, regalándome una pequeña sonrisa.

—¡Ajá! —Digo mientras observo el periódico— Creo que ya encontré el trabajo perfecto.

—¿De verdad? —Está asombrada.

—Sí —afirmo mientras que ella frunce el ceño.

—Nunca me dijiste qué estudiaste, o si lo hiciste. ¿Estudiaste?

—Soy repostera. No sé si es considerada una carrera, pero es lo que amo hacer, y acabo de ver anuncio en donde un restaurante requiere una.

Tomo mi móvil y llamo al número que pusieron en el anuncio.

—¿Hola? He visto el anuncio en el periódico y llamo para el puesto de repostería...—explico mientras escucho la voz de una mujer al otro lado. Me explica todo lo que se requiere acerca del trabajo y me da una cita, pero para dentro de un mes. Genial. Yo ocupo un trabajo ahora...

Al colgar la llamada, miro la hora. Todavía era temprano, eran las once y media de la mañana. Suspiro con aburrimiento.

—Si o si debes ponerte a cocinar un postre para mí, ¡por favor! —dice Summer juntando sus manos en forma de súplica.

—¿Ahora mismo? Y no es cocinar, es hornear —le resta importancia con la mano a lo que acababa de decir— Pero es muy temprano todavía...

—¿Y eso qué importa? Quiero saborear tu talento. Quiero que me hagas cupcakes.

—De seguro no tienes los ingredientes necesarios para hacer unos cupcakes —me levanto del sillón mientras voy a la cocina en busca de ingredientes que pueda haber aquí, mientras mi compañera me sigue. Abro el refrigerador y diviso leche y huevos. Sigo con mi búsqueda cerrando el refrigerador y viendo en la alacena qué más ingredientes puede tener y veo que hay harina—. Hay lo básico, pero aún faltan demás cosas para poder hornear unos cuantos cupcakes. Falta esencia de vainilla, los capacillos para colocar la masa y por supuesto que los moldes para meterlos al horno.

—Vayamos a comprarlos, entonces. No es caro lo que falta, ¿o sí? —Niego.

—Pero además de eso, faltan mis utensilios para poder hacer las mezclas y decorarlos, y esos los dejé en casa. —Summer se queda pensando mientras veo como se le ilumina la cara segundos después, y casi puedo ver el foco prendido encima de su cabeza.

Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora