16.- Perdición.

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Sudor frío recorre mi cuerpo, mientras mi mente reproduce una pesadilla. Suelto un sollozo, viendo cómo en el sueño paso lo peor, cómo aquellos dos hombres cometen atrocidades con mi cuerpo.

—¡No, no, no! —digo mientras me estremezco. Me siento asustada a niveles muy altos. Nunca esperé que esto me pasara, ni la primera ni la segunda vez. Estaba a punto de rendirme, porque sabía que yo no podría con dos a la vez. Mi corazón estaba tan destrozado con los recuerdos de la primera vez que ocurrió, sabiendo que no tuve unos brazos consoladores que me rodearan, o unas palabras diciéndome que todo estaría bien. Simplemente mi corazón no podía soportarlo de nuevo.

Estaba lista para dejarme ir, pero unos ojos azules vinieron a por mi, salvándome y jalándome del abismo en el que estaba dispuesta a caer. Siento unos brazos rodearme y entro en pánico, pensando que uno de aquellos hombres me está tocando. Forcejeo contra su tacto.

—Cariño, cariño, soy yo. Aquí estoy, todo está bien. Shhh...—abro mis ojos y me encuentro con los de él. Mi cuerpo se relaja y me permito dejar escapar un sollozo. Corey solo me estrecha entre sus brazos una vez más mientras yo tomo su camiseta en su puño y entierro mi cabeza en su pecho.

No puedo dejar de temblar.

—Todo pasó, solo fue una pesadilla. —deposita un beso en mi coronilla. Pasa su mano alrededor de mi cintura y me acerca más a él- Vuelve a dormir. No me iré.

Sus palabras me reconfortan y poco a poco la temblorina deja mi cuerpo conforme caigo en un profundo sueño otra vez.

Siento mis párpados pesados e hinchados. Un rayo de luz golpea mi rostro, causando que me despierte. Mantengo mis ojos cerrados, preparándome para seguir con otro día, pero entonces siento un brazo rodeando mi estómago con firmeza.

Poco a poco abro mis ojos, huyendo del rayo de luz que evita que pueda ver con claridad. Mi espalda choca con la espalda de Corey, y entonces recuerdo los sucesos de ayer.

Me trajo a su casa, me abrazó y consoló. Le pedí con los ojos quedarme y él aceptó. Me quitó el sucio vestido y me vistió con su camiseta. En ese momento no me importó que me viera semidesnuda. Mi mente estaba en blanco. Corey nunca me puso una mano encima, no de esa forma, me trató con cariño y ternura. Me terminó de vestir y me recostó en su cama y fue entonces cuando los recuerdos de aquel callejón empezaron a inundarme de nuevo.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal, pero curiosamente, no me siento asustada, sino todo lo contrario. Me siento segura y tranquila. Me giro en mi propio eje sobre la cama lentamente y con cuidado, tratando de no despertarlo. Recuerdo que él estuvo cuidándome toda la noche cada vez que despertaba gracias a una pesadilla que mi mente creaba. Recuerdo sus palabras tranquilizadoras y la preocupación en su rostro.

¿Qué hice para encontrarme con este hombre?

Me permito admirarlo.

Su rostro está relajado debido a que ahora está dormido. Sus pestañas descansan sobre su piel y sus párpados cerrados me impiden ver aquellos ojos tan intensos. Ahora que lo pienso, podría verme reflejada en ellos la mayor parte del tiempo. Sus cejas abundantes y definidas, sus labios naturalmente rosas y rellenos; con pequeñas pecas que se esparcen por su nariz y se van desvaneciendo conforme llegan a sus pómulos. Su cabello achocolatado y rizado, que ahora está más largo.

Me permito tocarlo.

Lentamente saco una de mis manos de entre nosotros e ignoro la sensación de hormigueo que provoca su mano rozando ligeramente mi piel. Acerco mis dedos a su rostro, primero empezando a trazar sus cejas gruesas, siguiéndole con sus pestañas densas junto con su párpado. Estoy tan encantada con él ahora mismo. Bajo mi mano un poco, rozando ligeramente sus pequeñas pecas, acariciando con mi pulgar el lado izquierdo de su rostro para después terminar trazando el contorno de sus gruesos labios. Suspira y alejo mi mano un poco, temiendo que despierte. Pero era inevitable, mis ojos no se despegaban de sus labios.

Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora