Soli
Silencio.
Dolor.
Soledad.
Decepción.
Últimamente había estado disfrutando mi soledad en silencio, sintiendo nada más que decepción y dolor.
No quería escuchar a nadie, no quería pensar en nada más, pero para mi desgracia, no estaba entre mis opciones la posibilidad de hacer eso y olvidar lo que había pasado, puesto que mi cerebro me lo recordaba cada día y mi corazón lo resentía cada noche.
Probablemente había exagerado mi reacción al ver aquel beso entre Corey y mi hermana, tal vez estaba siendo insegura al respecto, pero no puedo fingir cuánto me afectó ver esa acción pasar frente a mis ojos.
Estaba feliz de que Corey me haya confesado aquella tarde que me quería, tanto que hasta yo pude decirle lo mismo, pero ver el beso de aquel par logró destrozar lo poco que había reconstruido, y de eso se había encargado él. Observé con detalle cómo ambos estaban sumidos en el momento, cómo él la tomaba de la cintura y la acercaba más hacia su persona, también cómo disfrutaban de los labios del otros y hasta cómo Beatriz sonreía en medio del beso.
Sentí que esa sonrisa era especialmente para mí, sabía que se estaba burlando y ella quiso que lo supiera.
Simplemente no pude hacer algo para interrumpir el momento, sino que me quedé a verme a mí misma cómo me retorcía en dolor con cada tortuoso segundo que pasaba, hasta que por fin, ellos se despegaron. Recuerdo haber cerrado los ojos para ver si había sido solo una alucinación, pero al abrirlos, lamentablemente me di cuenta que no había sido así.
Y ahora, que ya habían pasado un poco más de dos semanas, creí tontamente que el dolor disminuiría, pero hizo todo lo contrario a eso.
De las veces en que los chicos venían de visita al departamento, o cuando nosotros íbamos a la casa de cualquier otro, lo más difícil era no hablarle, mucho menos mirarle. Los chicos ya se habían dado cuenta que algo entre nosotros estaba mal, pero nadie se atrevía a decir nada sobre el tema, sino que lo pasaban por alto, como si nada sucediera. Summer y Claire habían intentado acercarse a mí, con claras intenciones de hablar sobre lo sucedido entre Corey y yo, pero no las dejaba hacerlo; les decía con la mirada que no quería...que no podía, porque solo dolía más.
Mientras tanto, Corey se veía igual o peor que yo, pero en realidad no entendía por qué se veía tan demacrado por algo que él quiso, sin embargo, no ha pasado un día en que no recibiera una rosa. Me daba rabia de solo pensar que él no haya tenido la decencia de parar de mandarlas para dejarme descansar y hacer más fácil el trabajo de olvidarlo -dentro de lo que cabía-, pero se empeñaba en torturarme más y más con cada una que me regalaba. La mayoría de las veces era Summer quien las recibía, pero le había dejado en claro que no quería siquiera verlas, así que opté por botarlas.
Todas. Tanto las viejas como las nuevas.
Y justamente estaba haciendo lo mismo con la que había recibido hoy, solo que el único problema fue que en mi arranque, no me importó tomarla con brusquedad y sujetarla con fuerza mientras me dirigía al cesto de basura, olvidándome por completo que todos los chicos nos encontrábamos reunidos en la casa de Drew, incluyendo al encargado de haberme regalado otra rosa.
Cuando la tomé, por mero instinto quise sonreír, pero me retuve de hacerlo, pero cuando vi de reojo a los demás pude darme cuenta como todos tenían su mirada posada en mí, la de Corey siendo la más penetrante y con una sonrisa triste abrazando sus facciones; en cuanto me di cuenta de eso, fue cuando hui con ella lista para botarla.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1
Lãng mạnPrimer libro de la trilogía: Corazones rotos. ***** Huyendo de su pasado, una chica fuerte y decidida, buscando nuevas oportunidades se muda a Chicago, en donde una tormenta desastrosa cargada de sentimientos encontrados la llenará. Una tormenta her...