18.- Rosas para Soli.

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Soli

Conforme pasaban el tiempo yo me negaba a pensar en todo lo sucedido. No quería pensar más, sino todo lo contrario: olvidar. Siempre era más fácil, ¿no?

Me era más fácil tener una agenda llena, estar ocupada. Me levantaba y me preparaba para ir al trabajo; cuando terminaba mi turno, siempre hacía tiempo en cualquier cosa, la mayoría de las veces visitaba al Sr. Charlie, él siempre teniéndome una taza de café lista. Cuando no iba con él siempre estaba yendo a al supermercado para comprar cosas que claramente yo sabía que no eran necesarias o iba a una boutique para comprarle algo —también innecesario— a Claire y Summer. Hasta me he agregado un par de horas al día en el trabajo cuando no hayo otra excusa para llegar tarde a casa.

Hacía de todo para evitar a cualquiera últimamente, pero muy en el fondo sabía que solo se trataba de una persona. Y es que en verdad era una tarea difícil cuando los chicos en verdad siempre estaban en la casa del otro, dejando de lado que tenemos las llaves de nuestros hogares. Podía llegar al apartamento y cualquiera de ellos podría estar ahí, o todos. No iba de visita con alguno de ellos porque tenía en cuenta que él también podría estar ahí.

Sacudo mis pensamientos y vuelvo a la realidad cuando siento movimiento a mi alrededor. Era John, mi compañero. Él estaba decorando un pastel mientras yo decoraba unas galletas con betún de colores, pero también estaba muy distraída como para realizar que la galleta había quedado horrible. Tomo la galleta entre mis manos, alzándola para apreciarla un poco más mientras soltaba un suspiro, frustrada por mi desconcentración.

—No está tan horrible, Soli —dice John—. Es más como...¿arte abstracto? —ríe incómodo. Sé que está tratando de no hacerme sentir mal por la galleta. Río por su comentario mientras trato de decirle con la mirada que no mienta— Bueno, sí. La pobre galleta está fea. Qué digo fea, está pésima.

—Bueno, siempre puedo llevársela a Dan. —me encojo de hombros.

No me había desconcentrado tanto en la repostería como ahora. Todos lo han notado, pero nadie me ha dicho nada. Aquí no te abruman con preguntas sobre tu vida personal, solo vienen a trabajar y ya. Eso es algo que agradezco porque con todas las preguntas que Summer y Claire tienen para mí son más que suficientes. He logrado evitarlas dándoles las cosas que he comprado para ellas o sacando un tema de conversación más divertido y fresco pero sabía que pronto se me acabarían las excusas...o el dinero.

Después de unos minutos puedo concentrarme de nuevo en lo que hacía previamente, ahora tomando cuidado de hacer las cosas bien. Me vuelvo tan ocupada que cuando menos pienso, John se acerca a mí, prácticamente corriéndome del local.

—Soli, ya terminaste tu turno. Vete a casa.

—Unos minutos más. Casi termino con esta tanda.

—Nada de eso. Ya te quedaste dos horas extra. Hora de irte a casa. —asombrada, miro la hora en mi móvil, comprobando que sus palabras fueran ciertas y vaya que sí lo eran. Mi teléfono marcaba casi las siete de la noche.

Como he salido tarde del trabajo, me dirigiría directamente a casa. Hoy el clima no estaba helado, sino más bien estaba fresco. Opto por dejarme solamente un suéter y mi bufanda esperando fuera de la repostería por John ya que me dijo que me llevaría a casa hoy.

El camino fue silencioso, pero cómodo, con la música de uno de sus muchos discos de rock de fondo. Cuando llegamos le doy las gracias y me despido de él rápidamente para entrar al departamento. Introduzco la llave en el cerrojo y abro la puerta solo para escuchar voces y el televisor de fondo.

Rayos. ¿Aquí están los chicos?

No me molesta en absoluto su visita, solo que por ahora quería llegar a darme una ducha y echarme a dormir por un día completo. Estaba exhausta.

Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora