Fue como un balde de agua helada la que sentí recorrer todo mi cuerpo.
En cuanto me doy cuenta de lo que realmente ha pasado, de inmediato y de una manera ruda empujo a la chica que se encuentra frente a mí, agrandando así su sonrisa. Al parecer no le importó mucho lo brusco que fui con ella, sino que toda nuestra atención se encontraba sobre una sola persona: Soli.
—¿Corey? —pregunta, con la sorpresa y decepción inundando su bonito rostro. Posa sus ojos en mí y después los barre hacia la chica que tengo enseguida— ¿Beatriz?
Justo en este momento es cuando quiero darme de golpes contra la pared como para haber confundido a la chica que quiero con una cualquiera. Avanzo unos pasos, intentando acercarme a Soli, pero ella, naturalmente, da un paso hacia atrás.
—No es lo que parece, cariño...—intento justificarme, porque en realidad no fue lo que ella cree, o lo que llegué a creer yo.
Estábamos igual de sorprendidos los dos.
—¡No me vuelvas a decir así en tu vida!
Eso dolió.
Me paralicé un segundo, pero eso no evitó que yo siguiera intentando acercarme a ella, con la frustración llenando mi ser, odiándome un poco más conforme pasaba cada segundo. Soli solo traga duro y alza su mano en mi dirección, haciéndome comprender que no quería mi cercanía. Inspira hondo y por un momento creo verla temblar; yo solo quería abrazarla, porque con palabras no bastarían para hacerla entender cuánto lo sentía y cuán estúpido era.
Carraspea antes de hablar—: ¿Saben? De ti pude esperármelo, Beatriz —la mira con fijeza y la otra le devuelve la mirada, sin una pizca de remordimiento—. ¿Pero de ti? Jamás lo hice Corey, y eso es lo que más me hirió de todo esto, porque justo cuando pensé que estábamos avanzando, me doy cuenta que no vales la pena.
Esas solas palabras bastaron para destrozarme el alma: "no vales la pena". Pude haberme desmoronado es ese preciso instante, pero solo atiné a querer acercarme una vez más a ella y tratar de explicarle lo sucedido, pero en cuanto logré tomar los dedos de su mano, los apartó como si mi tacto le quemara y fuera lo peor que pudo haber tocado.
—¡No me toques! —vociferó.
—Por favor, no ahora. No me alejes de nuevo. —le suplico con la mirada. Ella negó.
—Yo te vi besarla, no la apartaste, ¿qué quieres que asuma? ¿qué mierda quieres que haga? Porque claramente está que después de esto no correré a tus brazos, Corey —ríe sarcásticamente—. Y te dejo en claro una cosa, yo no soy la que te está alejando. Esta vez fuiste tú el que lo hiciste.
Y con eso dicho, balbucea algo más que no alcanzo a decir y se marcha sin más. Cuando está a punto de desaparecer de mi vista, es cuando recapacito y le ordeno a mis pies a recorrer el mismo camino que han recorrido los de Soli, pero antes de dar un segundo paso, siento cómo una mano se enrolla alrededor de mi antebrazo, impidiéndome seguir mi trayectoria.
Doy media vuelta, encontrándome con la mujer que lleva el nombre de Beatriz. Ese nombre resuena en mi cabeza, me resulta familiar y sé que lo he escuchado en alguna parte, pero mi estado mental del momento no me permite pensar en otra cosa que no sea Soli.
—No gastes tu tiempo en ella, guapo —se acerca a mí con una sonrisa provocadora—. Ella sí que no vale la pena, mejor quédate conmigo y yo te ayudo con tus penas...
Entonces fue cuando por fin conecto todos los puntos. Era su hermana.
Ella ha sido la que ha humillado a Soli, la que la ha lastimado y roto su corazón, en compañía de su demás familiares, si es que siquiera podía considerarse eso. De un momento a otro siento la rabia inundar mi sistema.
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Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1
RomancePrimer libro de la trilogía: Corazones rotos. ***** Huyendo de su pasado, una chica fuerte y decidida, buscando nuevas oportunidades se muda a Chicago, en donde una tormenta desastrosa cargada de sentimientos encontrados la llenará. Una tormenta her...