—Abre la puerta, Soli —me rogaba Summer mientras golpeteaba esta misma del otro lado—. No me hagas tumbarla, te lo advierto. —sentencia mientras golpea con más fuerza y frecuencia.
Debo admitirlo, el tiempo ha pasado lento, sin embargo sigo igual que aquel día cuando lo vi marcharse en el auto de Dan.
Solamente salía para irme al trabajo, para comer o ir al baño. Por más eterna que se me hiciera la semana, ésta ya estaba por terminar, pero al parecer a la única persona que se le hacía largo el tiempo era solo a mí.
Summer ha sido más paciente conmigo que con nadie más al estar soportando la crisis en la que estaba, pero lo que la hacía entrar en desesperación era que no me mantenía en comunicación con nadie. Apenas hablaba para pedir o dar las gracias por algo, mientras que en el trabajo solo asentía cuando me daban una orden; estar ahí era más fácil. Todo era hornear y decorar, nada más.
Pero al seguir escuchando que los golpes en la puerta se hacían más constantes, me di cuenta que mi compañera de apartamento ya había llegado a su límite. No la culpaba.
Me levanto de la cama y me encamino a la puerta para poder abrirla.
—Te lo advertí, Soli Sanders, de verdad que lo hice. —dice con molestia para después dejar de escuchar los golpes sobre la puerta de mi cuarto.
Lo admito, eso me sacó una sonrisa.
A continuación, quito el seguro del pomo y lo giro, abriendo así la puerta, pero segundos después solo me encuentro con la melena rubia de Summer esparcida por la alfombra de mi habitación después de haber escuchado un golpe sordo en el suelo. Tal parece que había tomado vuelo para intentar tumbar la puerta, pero tuvo la suerte que en cuanto yo le había abierto, ella había brincado para hacer el impacto más fuerte, causando que ella terminara en el suelo.
Llevo ambas manos a mi boca, intentando reprimir la risa que subía por mi garganta al escuchar los quejidos que emitía por el golpe que se había dado.
Summer se voltea, quedando boca arriba, con su pelo sobre su cara y con una facción de dolor. Ese fue el momento en que no lo soporté más y solté la carcajada que estaba reteniendo, tanto que terminé tumbada junto a ella con las manos sobre mi estómago.
—Y en lugar de preguntarme si me encontraba bien, o ayudarme a levantarme, te quedas ahí parada, riéndote de mi desgracia —habla con una mueca en su cara, intentando no acompañarme en mi risa—. Y digo yo, ¿quién necesita enemigos cuando se tiene amigos así?
Eso solo logra incrementar mi risa, que al final logra contagiarla. Momentos después es cuando logro controlarme, al igual que ella, quedándonos así, tumbadas sobre la alfombra de mi cuarto, en un silencio cómodo, ambas mirando el techo.
—Necesitaba reírme así —me animo a hablar—. Hace mucho no lo hacía ya...
—A tus servicios —hace una reverencia con la mano—. Pero por lo menos ya estás hablando más de lo que lo has hecho desde la semana pasada. En verdad ya me habías estresado. —ríe mientras negaba con la cabeza.
Gira su rostro para verme, aún con la sonrisa plantada en sus labios. Yo le devuelvo una.
—Lo siento, Summer. Es solo que...es difícil, ¿sabes?
Suspira, para luego regalarme una mirada compasiva. Se queda unos segundos pensativa, reuniendo las palabras correctas para decirme y no causar que rehúya y me encierre de nuevo. Ya lo había intentado hacer una vez, y ese había sido el resultado, pero la verdad es que ya me sentía un poco cansada de estar evitando mi situación con Corey.
—Lo sé, créeme que entiendo perfectamente que él fue un completo idiota al hacerte eso, pero también sé que si Corey hubiera sabido que se trataba de ella, jamás hubiera hecho algo así. —me mira con cautela, esperando que no reaccione como la vez pasada.
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Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1
RomancePrimer libro de la trilogía: Corazones rotos. ***** Huyendo de su pasado, una chica fuerte y decidida, buscando nuevas oportunidades se muda a Chicago, en donde una tormenta desastrosa cargada de sentimientos encontrados la llenará. Una tormenta her...