19.- Pedazos rotos.

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—¡Soli, más te vale tirar todas estas rosas o yo lo haré por ti! —me asusta el grito frustrado de Summer.

Me río ante su petición pero en realidad no podía culparla. Son muchas rosas. No había pasado tanto tiempo, pero sí bastante como para juntar cuarenta y una de ellas.

Sí, las he contado.

Había veces en las que Corey realmente se pasaba de listo, dándome más de una rosa al día, algunas veces llegando a darme seis, recibiendo cada una a horas distintas. La mayoría de ellas ya empezaban a marchitarse, pero me negaba a tirarlas a la basura o siquiera regalarlas. Summer ya había llegado hasta la coronilla con tanta rosa y en verdad a veces yo también me frustraba un poco al recibir tantas de ellas y no hallar más floreros en dónde ponerlas. En cada esquina de mi recámara había rosas, en la mesita de noche al lado de mi cama, arriba de la taza del baño estaba un pequeño florero como decoración; en la cocina estaba otro florero, en la ventana que estaba justo por encima del lavatrastos, en la mesa del comedor había otro florero y en cada mueble de la casa, realmente. El apartamento estaba que explotaba de rosas.

Jamás había comprado tantos floreros. Jamás me habían regalado tantas rosas.

Me acomodo en el sofá y estiro mis piernas a lo largo de éste, viendo a Summer caminando de un lado para otro, de aquí a allá, apurada. Entraba a su habitación con un atuendo y salía de este con uno diferente. Resultaba que hoy tenía una cita y estaba más que nerviosa y alterada y gracias a ello culpaba a mis rosas.

—¿Esto te dice que soy muy ofrecida o este de dice que soy muy mojigata? —alza entre sus manos dos cambios de ropa completamente distintos a la altura de su cabeza. Solo río ante su pregunta— Quiero algo que diga que puedo ser divertida pero que sé controlarme a la vez, ¿me entiendes? —Sonríe con picardía— ¿Sabes qué? Ya tengo el atuendo perfecto. Gracias por ayudarme, Soli, eres la mejor.

Viene rápidamente hacia mi y me estruja entre sus brazos para después salir corriendo a su habitación una vez más.

—¡Denada! —le grito en respuesta mientras tuerzo los ojos con diversión. No había hecho nada. Ella sola se respondía sus preguntas, ni siquiera me había dejado hablar en ninguna ocasión.

Unos momentos después de escuchar cómo saqueaba su clóset y destruía su cuarto en busca de algo "decente y divertido" como había dicho ella, centro mis ojos en la serie que estaban dando en la televisión con un plato con palomitas entre mis manos.

Básicamente la serie era sobre un ladrón y falsificador de arte que trabajaba con el FBI. Hasta ahora no me había perdido ningún capítulo de ella, estaba muy buena y el protagonista tenía cara de ángel. No me quejaba mucho por la vista, a decir verdad...era bastante linda. Conforme el capítulo transcurría, solo me levantaba para rellenar mi plato con más palomitas o para checar cómo iba Summer. La última parte del capítulo estaba pasando y me quedé tan centrada en él que no escuché cuando alguien había entrado por la puerta principal.

—Qué bombón. —dice Claire a mi lado llevándose un puño de palomitas a la boca mientras veía la televisión junto a mí. Ya me había acostumbrado al hecho de poder tener a cualquiera de los chicos dentro del apartamento en el momento más inesperado o junto a mi cuando no me daba cuenta, justo como ahora. Una vez hasta me vieron semidesnuda, cuando yo salía del baño, recién salida de una ducha. Justamente ese día se me ocurrió no meter un cambio conmigo, pero no me di cuenta de su presencia hasta que Dan me saludó animadamente, como si yo estuviera completamente vestida.

Desde ese día siempre llevo un cambio conmigo al baño cuando me ducho. Nunca sabía cuándo estarían ellos aquí.

—Lo sé —suspiro ensoñada—. Pero yo lo vi primero. —ella solo alza sus manos a modo de paz, riéndose.

Hasta que la última rosa marchite | Corazones Rotos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora