44. Libre... ¿y ahora que?

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Narra Samatha.

Cuando el tono de espera comenzó a sonar le devolví el celular al hombre, que con nerviosismo lo tomó entre sus manos— Buena chica —dijo saliendo nuevamente del auto, cuando estaba por cerrar la puerta me sonríe y con asco volteo la cara.

El hombre discutía, tanto que unas venas se marcaban en su frente. Camino hasta el coche y abrió la puerta de forma tosca después me tomó del brazo fuertemente, la presión de su agarre causo que mi brazo perdiera color gradualmente.  Comencé a gritar a causa del miedo, forcejee en un intento desesperado de escapar.

— YA ESCUCHO OFICIAL SU HIJA SE ENCUENTRA BIEN, AHORA HAGA LO QUE E PEDIMOS O LA PRÓXIMA VEZ QUE LE LLAME YA NO PODRÁ GRITAR—el hombre me tomó del mentón y me pidió que saludara a mi padre.

 — Norman comos estas, haz todo lo que te pidan... yo... yo estaré bien —El tipo corto la llamada.

Narra Anahi.

Alondra ya estaba cansada de caminar por el centro comercial y lo peor es que me trajo para hacerle compañía y no piensa comprar algo siquiera, ¡¿QUE RAYOS?! entonces para que que me hizo venir hasta aquí en sábado, el día de descanso predilecto, de haber venido con Mateo el ya habría comprado dos pantalones, tres camisetas y una sudadera como mínimo (y yo estaría cargando sus cosas mientras él va de tienda en tienda).

Encontramos una banca vacía en la cual tomamos asiento exhaustas. Y soy del tipo de personas que se distraen fácilmente, por ejemplo:

Voy caminando por la calle como suele hacerlo la gente "normal" y de pronto observó un perro, continuó caminando sin apartar la mirada del perro, tropiezo pero no caigo, entonces casual de la vida me da por ver hacia el cielo e igual que con el perro sigo caminando mientras observo el cielo (cabe destacar que no hay nube alguna), vuelvo a tropezar y no no caigo al suelo, y para la cereza del pastel... ahora sigo caminando, pero en esta ocasión me distraigo con mis propios pensamientos y bien dicen que la tercera es la vencida así que al tropezar caigo de cara al suelo. Me levanto rápidamente y volteo para asegurarme que nadie me haya visto, de ser afirmativo continuo con mi camino y si al menos una persona me vio salgo corriendo.


Por esa razón no suelo salir de compras, ni siquiera para comprar mi propia ropa (hago excepciones) no tengo paciencia y dinero para salir de compras.

Narra Mateo:

  — ¡YA QUIERO SALIR!  —dije en voz alta, aburrido y desesperado, mi abogado había salido hace horas diciendo que todo no estaba perdido, sea lo que sea que signifique eso. blood estaba jugando póquer con un reo de la celda contigua a la nuestra , de donde sacaron las cartas es un misterio. Me les acerco para ver de cerca el juego... algo me dice que esto terminara mal, pero igualmente me acerque.

Los dos presos continuaron con su juego hasta que... comenzaron una riña porque ambos jugaban de forma sucia.

—¡ADMÍTELO HAS ESTADO HACIENDO TRAMPA DESDE EL COMIENZO!—el hombre desde el otro lado de la celda tomo a blood por el cuello de su camisa y lo jalo hacia los barrotes de acero para que sus rostros se encontraran mas de cerca, una vez hecho esto continuaron gritando y escupiendo entre sí.

— ¿Y tu no?—contestó mi compañero tranquilamente— a ti te arrestaron por apostar ilegalmente en una cantina —blood le escupió en el ojo.

Retrocedí para evitarme problemas, en eso dos oficiales entraron y caminaron hasta quedar frente a la celda donde me encontraba encerrado, uno de ellos abrió la puerta de la dicha celda y yo me hice a un lado para que pudieran entrar, pero me dijeron que los acompañara regrese mi mirada a blood quien seguía discutiendo con aquel hombre de pocos escrúpulo. Salí de la celda y lo primero que me hicieron fue esposarme con las manos tras mi espalda para posteriormente llevarme por el pasillo hacia la salida, caminé tras los dos hombre con la mirada fijada en mis pies y ocasionalmente volteaba a ver hacia los lados, pero nunca al frente. Bueno en escasas ocasiones lo hice.

Nos detuvimos frente a una puerta de cristal difuminado en la cual se podía leer "Capitán Norman Espiau" tragué saliva e inhale profundo esperando lo peor por parte de este hombre.

Antes de que yo me adentraba en la oficina de Norman me anunciaron como si de la realeza se tratara; me sentí importante por primera vez en mi vida, los oficiales que me habían escoltado se retiraron cerrando la puerta tras de sí dejándome a solas con el padre de mi ex novia. Norman se encontraba mirando por una ventana hacia el exterior, mis manos sudaban por los nervios y solo esperaba a que la tensión se terminara, fue entonces que Norman se dio vuelta— Lo siento—dijo él sin más.

Lo observe ignorante, no sabía a qué se refería— ¿Disculpe?

El hombre tomó aire— Angel... desde que te apareciste te he odiado...

— Gracias eso es muy gentil de su parte.—dije sarcásticamente y con una sonrisa forzada— Y por favor llamame Mateo, gracias.

— Como decía, Mateo desde que te conozco nunca he confiado en ti del todo, siempre me he preocupado por mi hija demasiado y el que jueguen con sus sentimientos es una idea que no me puedo sacar de a mente por más que lo intente —puso los ojos en blanco— , el día que Samantha no regreso a casa imagine lo peor, después pensé que se había huido contigo, es asi que envie a un escuadrón a tu casa por la noche pero hubo un revuelo y todos salieron corriendo de la casa y nadie localizo a mi hija.

—Disculpe el atrevimiento, pero no se puso a pesar que la gente se asustaría al ver a la policía ahí, no hace falta usar la lógica... son adolescentes en una fiesta sin adultos vigilando.

Por primera vez escuche a Norman reír por algo que YO dije, era tan raro que incluso no sabia si reír junto a él, o si permanecer callado para no arruinarlo torpemente (como suelo hacerlo), opté por quedarme parado y en silencio donde estaba parado desde que me habian traido aqui.

  — Sí, supongo que tienes razón. Ya te puedes retirar, pedí que borraran esto de tu expediente en la ventanilla te entregarán tus pertenencias.—lo mire confundido, Norman me indico con un movimiento de cabeza la salida al comprender lo que decía mi rostro se iluminó con una sonrisa me di vuelta para marchar me— espera un momento, las esposas son propiedad del estado.

Había olvidado por completo que estaba amordazado por seguridad, por favor como si un adolescente de 16 años pudiera causar tanto daño a dos oficiales con conocimiento en defensa personal. Norman me quito las esposas y permitió salir, amenazando con querer verme de nuevo ahí. Tampoco es como que tuviera pensado regresar.




En la ventanilla una mujer estaba por entregarme mis pertenencias, pero antes de darmelas observo la bolsa detenidamente— ¿Tu apellido es Caliente? —dijo la mujer desde el otro lado del cristal que la separaba de mí, asentí de lo más normal. La mujer parecía no estar muy convencida pero igualmente me entregó la bolsa que contenía mi billetera, mi bálsamo labial sabor cereza y el reloj que Samantha me había regalado el dia anterior.

  — Es español. No es muy común, pero existe —gire sobre mis talones y me diriji a la salida.

Eran poco más de las cuatro de la tarde y el sol comenzaba a ocultarse, camine por las banquetas camino al parque más cercano debería ir a mi casa para que Tiffany, Dane y Marcos dejaran de preocuparse por mi, pero hacía mucho tiempo que no estaba solo asi que decidi tomarme un tiempo para mi. Llegue al parque y me senté en una banca que se encontraba bajo la luz de un faro que simula ser antiguo, desvie mi mirada al cielo aún se encontraba iluminado por el sol, pero las estrellas ya empezaban a hacerse visibles.

Cuando el cuello comenzó a entumecerse tome una posición más adecuada para mi cuerpo, tanta tranquilidad me desespera— ¡¿QUÉ SE SUPONE QUE HACIA EN ESTOS MOMENTOS?! —grite cubriendo mi cara con las manos. 






Vida En La Preparatoria.Where stories live. Discover now