Epílogo.

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~Canción en multimedia para leer la última y sensual parte, disfrútenla mis amores.









Las hojas secas crujen bajo mis pies, el color gris del cielo y el viento frío me estremecen debido a que ya está cayendo la noche. Observo cada pequeña loza de cemento mientras camino, leyendo el nombre que se enuncia en ellas y tratando de imaginar cómo murieron esas personas. Un sentimiento de tristeza y remordimiento me atraviesa el pecho al darme cuenta de lo cruel que he sido todo este tiempo.

Han pasado 365 días desde que él se fue, 8760 horas sin poder perderme en su mirada y 525600 minutos sin escuchar su risa. No existen palabras para decir cuanto lo extraño, así como tampoco hay forma de explicar lo mucho que me hace falta.

Sostengo con más fuerza el ramo de girasoles que tengo en mi mano derecha, mientras que con la otra me aferro al bolsillo de mi chaqueta. Su nombre está escrito con letras doradas sobre la lápida, acompañado de la fecha del día en que falleció y una frase reflexiva. Tomo asiento en la gran muralla de cemento que yace sobre la tierra, dejando las flores que he traído a un lado de la lápida.

Un fría lágrima resbala por mi mejilla, cierro los ojos para contenerme de llorar.

-Perdóname, Jayden. - pido a la nada, haciéndome un ovillo en mi lugar. - Perdóname por no haber venido en todos estos meses, por ser tan egoísta. Nunca había tenido el valor suficiente para plantarme aquí y desahogarme, no hasta ahora. Retrocedí un año en el tiempo y recordé ese último beso que nos dimos, nuestro último abrazo. Aún es día en que puedo sentir la calidez de tus brazos rodeando mi cuerpo, o la suavidad de tus labios sobre los míos. Me has echo demasiado falta, mi amor...

Tomo una bocanada de aire, sintiendo un nudo en mi garganta.

-Hay tantas cosas que quiero decirte; me siento en la costosa necesidad de dejar que mi corazón hable por primera vez desde que no estás, pero siento que me voy a romper al hacerlo. - suelto el aire antes de seguir. - Empezaré por decir que las habladurías de la gente son una vil mentira, porque muchas veces me han dicho que cuando un ser querido muere con los días el dolor es menos, pero nada es verdad. Desde que tú te fuiste ya nada es igual, cada día duele más tu ausencia y el saber que ya nunca te veré sonreír me destroza poco a poco. Decir que mi corazón está roto no es nada, está hecho trizas. Prácticamente estoy viva porque el órgano en mi pecho sigue latiendo, pero por dentro me siento como si hubiese muerto también esa noche en que nos dejaste.

La luna llena empieza a iluminar el cementerio y es irónico que justo después de un año haya decidido aparecer nuevamente, haciendo que el dolor se sienta más.

Una risa carente de humor brota de mi garganta.

-El día que empezamos a vivir juntos me dijiste que me tenía que acostumbrar a estar contigo, y te dije que lo haría, pero nunca me dijiste cómo hacer para aprender a vivir sin ti. - mi labio inferior tiembla, provocando la aparición de nuevas lágrimas. - Jax cada día me pregunta dónde estás y si vas a llegar para jugar con él, la respuesta que le doy siempre es la misma. Le digo que tú estás con nosotros siempre, que nos cuidas y nos quieres mucho, pero nunca es suficiente. En su cumpleaños se negó a partir el pastel hasta que tú llegaras, estuvo hasta la madrugada con la mirada fija en la puerta y nunca apareciste. Cada noche no se duerme hasta contemplar la luna porque cree que estás en ella y por las mañanas llora al ver las tantas fotografías que se tomaron. Yo llevo doce meses preguntándome cómo se vive, porque olvidé como vivir desde esa noche que te dormiste entre mis brazos.


Veo el anillo de diamantes que me dio aquella tarde sobre el puente de San Francisco, ese día nunca podrá borrarse de mi mente porque ahí tuvimos nuestra primera cita oficial y luego supimos que la enfermedad había vuelto. Es extraña la manera en que las cosas cambian de un momento a otro, es como si en un abrir y cerrar de ojos la vida te arrebatara lo que más amas en la vida.

-¿Sabes algo? Esa noche quizá te pareció demasiado tarde haberme confesado tus sentimientos, pero lo cierto es que lo dijimos en el momento indicado. Porque para decir un 'Te amo' sólo se necesitan tres segundos, pero para demostrarlo se ocupa de toda una vida. Y te doy las gracias por todos esos recuerdos maravillosos que me dejaste, porque cada segundo que pasamos juntos fue suficiente para demostrarnos lo mucho que nos amamos. Pero duele, duele ver la noche si no estás, cada pequeña cosa hace que te recuerde. Y siempre será así, te metiste tanto en mi vida que es imposible sacarte de mi pecho. Formas parte de un extraordinario pasado, de un doloroso presente y de un incierto futuro.

Un girasol se ve atrapado entre mis manos y eso me hace recordar cuando me regaló un ramo de ellos como disculpa luego de haberme mentido.

Una sonrisa triste se forma en mis labios.

-Sé que cuando me dijiste que le diera una oportunidad a Aiden lo decías con toda la sinceridad del mundo, sin embargo no puedo hacerlo. Es probable que yo sea una masoquista de las peores, pero no hay manera de querer iniciar algo con alguien más cuando tengo el corazón roto. - un sollozo escapa de lo más profundo de mi ser, dejando que un centenar de emociones se arremolinen en mi pecho. - ¡¿Porqué te fuiste?!¡¿Dónde quedan todas las promesas que me hiciste?!¡¿Qué hay de nuestro amor?!

Dejo la flor con las demás, poniéndome de pie rápidamente. La forma tan rápida en que me giré y las lágrimas nublando mi vista hacen que me tambalee un poco. Las frías gotas de lluvia empiezan a mojarme por completo, como si no fuera lo suficientemente dolorosa la situación para hacerla aún más. Caigo de rodillas sobre la tierra, soltando un desgarrador grito de dolor.

-Dicen que no se puede tener todo en la vida, y en efecto, tú eres mi todo y no te tengo.

El agua corre por mis mejillas y para este punto no logro identificar si es por las lágrimas o por la lluvia, aunque poco me importa.

Le doy una última mirada a su nombre escrito en la lápida, repasando con mis dedos helados cada letra. Tomo aire unos segundos para tranquilizar mi reciente ataque, sacando fuerza de donde no la tengo para decir lo que quiero expresar desde hace tiempo.

-Te amo, Allen. Y quiero que sepas que te amaré por mil años más mientras que mi corazón lo quiera así. Ningún otro hombre podrá ocupar el lugar que tú tienes en mi vida, porque eres único, mi amor. - suelto un suspiro. - Has sido la tentación más grande a la que me pude haber enfrentado, la tentación mortal más hermosa de todas.

Finalmente me levanto y obligo a mis pies a caminar hacia la salida del cementerio. Una vez más la herida se abrió y estoy segura que seguirá doliendo siempre. Sólo que ahora estaré dispuesta a hacerla sanar y a ser feliz, como a él le hubiera gustado verme.

Todo es y será por ti, Jayden.








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Tentación mortal #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora