Capítulo 29.

901 97 116
                                    









Suelto una larga y pesada respiración; odio profundamente esto, estar recostado en una jodida cama de hospital desde hace más de dos días y sin poder tener la estabilidad emocional que necesito. No estoy muy consciente de lo que ha pasado en esas cuarenta y ocho horas, sólo sé que me siento mal, tan mal como nunca antes me había sentido.

Hago un máximo esfuerzo y llevo mi mano derecha hacia la aguja incrustada en mi otra mano, intento quitarla de ahí porque sinceramente ya me harté de sentir como ese liquido transparente corre por mi torrente sanguíneo. El doctor que me atiende entra justo cuando estoy por deshacerme de esa porquería, me da una ferviente mirada desaprovatoria y vuelve a poner la aguja en su lugar.

-¿Cómo te sientes? - su pregunta me hace poner los ojos en blanco, seguido suelto un chasquido.

<<De la mierda>> lo pienso, pero no lo digo.

-Realmente no sé con exactitud mi estado. Llevo más de dos días aquí, donde nadie me dice nada acerca de lo que se supone que tengo y donde la enfermera sólo se limita a darme de comer un yogurt que a mi parecer sabe a leche rancia y un trozo de gelatina sin sabor alguno, ¿debo sentirme bien entonces? - me mira sobre sus lentes, acomodándolos en el trayecto.

Un suspiro cargado de resignación escapa de su boca, eso sólo me dice que lo que va decirme a continuación no va gustarme pero que igual lo debo escuchar.

-Jayden, la enfermedad volvió, más arrolladora que antes. - mi corazón parece saltarse varios latido al escuchar eso, trago duro. - Cuando Paula te trajo estabas realmente mal, apenas pudimos controlar todo lo desequilibrado en tu cuerpo.

Mi respiración se acelera, trato inútilmente de tranquilizarme.

-¿Tengo ese detestable tumor nuevamente? - pregunto en un murmullo.

Su expresión es neutra, me cuesta demasiado descifrar lo que transmite y me llena de ira no poder hacerlo.

-Es más complicado que eso. Cuando te operamos tardamos más tiempo del debido intentando extraer todos los rastros de ese tumor en tu cabeza, porque si esperábamos más tiempo sin intervenirte se podría convertir en un tumor maligno. Y sucedió lo que nadie se imaginaba, detrás del cerebelo quedaron pequeños fragmentos de esa masa que no pudimos extraer debido a su ubicación. Y esos pequeños trozos han desprendido un líquido cancerígeno, ese líquido ha avanzado por todo tu cuerpo todo este tiempo y es lo que te impide realizar tus actividades con normalidad. Probablemente para este momento gran parte de tu sangre se encuentre contaminada de esa sustancia.

Llevo mis manos a mi rostro con frustración, ¿porqué me pasa todo esto a mí?

-¿Voy a morir? - inquiero, con temerosidad palpada en mi voz.

Sus ojos se pasean por toda la habitación mientras que su boca se cierra y se abre con inseguridad sin llegar a pronunciar palabra alguna. Los nervios me carcomen en la espera de su respuesta.

-Lamentablemente ya no hay mucho que nosotros podamos hacer, Jayden. Si no hubiera tanta contaminación en tu sangre podríamos recurrir a una quimioterapia inyectada, pero para este punto una inyección de esas causaría el efecto contrario y haría que vivieras como máximo dos horas después de la aplicación. Por otro lado, si te dejamos ir a casa ahora lo más probable es que los efectos del liquido cancerígeno hagan efecto y te causen dolor en distintas partes de tu cuerpo. Lo único que podríamos hacer en ese caso sería calmar mínimamente el dolor, pero conforme pase el tiempo no habrá nada que evite que te sientas mal.

Muerdo mi labio inferior para contener las lágrimas. Digiero lo que acaba de decirme y es como si me acabasen de dar una puñalada en el pecho, quizá aún peor.

Tentación mortal #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora