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Narrador omnisciente.

Odiaba a su padre.
Lo odiaba con todo su ser.
Y por su culpa, aquella noche Louis estaba muerto de frío por la misma discusión de siempre, que tenían día sí y día no.
El señor Tomlinson quería que Louis tuviera pareja ya. Él quería que Lou tuviera una relación con la hija de un empresario multimillonario.

¿Por qué? Os preguntaréis.

Su padre era un empresario bastante importante. Hacer lazos familiares con otro empresario famoso lo haría ganar más fama, dinero, acciones financieras, y un largo etcétera.

A la hora de cenar, mientras ponían las cosas en la mesa, le dijo que la hija del señor Jordan estaba interesada en Louis, que estaría bien que se interesase por ella, que sería un buen adelanto financiero, bla bla Ybla.
No pudo aguantarse.

— ¡No voy a formar parte de tu mierda de imperio de dinero asqueroso! No saldré con la hija de nadie, no haré lo que a ti te de la gana. Es mi jodida vida, a ver cuando lo comprendes — soltó de una, sin siquiera respirar, y se dio cuenta de todo lo que había dicho. Comenzó entonces a tener miedo.

Su padre lo miró, y su ceño cayó agresivamente. Su cara se enrojeció y arrugó la servilleta de papel que yacía en su mano.

— Vete de esta casa, pedazo de inútil. No eres nadie para hablarme así, ¿te enteras?

Louis, al contrario, no se movió de su sitio. Y no porque estuviera en su contra, sino porque el miedo le había paralizado.

—¡Vete joder, vete! — gritó dando un fuerte golpe en la mesa.

Louis salió de allí casi corriendo, con miles de ideas pasando por su cabeza. Al salir, azotó la puerta y dio un sonoro portazo. Quería que su padre se enterase de que se había ido, aunque obviamente no para siempre.

Esto ya le había pasado varias veces, no era nuevo. Le echaba de casa, dormía fuera, y a la mañana siguiente ya no se acordaba.

Louis se sentó en las escaleras de la entrada de su casa con las rodillas flexionadas.
Había mucha rabia acumulada en su pecho, quería estallar, pero lo único que pudo hacer fue llorar en silencio.
Apoyó su frente contra sus rodillas y abrazó sus piernas. Seguía llorando.
Hacía mucho frío y no tenía nada para abrigarse en aquel momento.

¿Por qué mi padre no podía simplemente entender que no quería estar con una chica? ¿Por qué no podía pararse a hablar conmigo y comprenderme? pensó.

Comenzaba a no sentir el tacto en sus dedos, a tiritar de una manera muy exagerada. Incluso le dolían la garganta y los pulmones de respirar aire frío por la boca a causa del incontrolado llanto.

Sin esperarlo , una mano tocó su hombro, y dejó de tiritar por el susto. Su madre se sentó a su lado. No le dio tiempo a reaccionar cuando ya le había metido entre sus cálidos brazos. Sus manos suaves y pequeñas le dieron calor con caricias por su espalda y brazos. Comenzó a llorar de nuevo. Aquello se sintió como el cielo. Amaba a su madre. Era, simplemente, increíble.

Soltó el maternal abrazo, y puso una manta sobre los hombros del joven.

— Siento mucho lo que ha ocurrido con tu padre antes cariño, ya sabes como es...

— No es tu culpa, mamá— interrumpió—. No tienes por qué disculparte. La culpa la tiene él, y solo él.

— Te quiero mucho cielo. Eres un amor — dijo dándole un beso en la mejilla.

A pesar de los 21 años de Louis, aquellos nombres cariñosos le seguían encantando, siempre y cuando los dijera su madre.

— Yo también te quiero mamá.

Ella suspiró, y Louis sabía lo que estaba pasando por su cabeza.
¿Quién en su sano juicio podría estar casado con una persona como su padre?
Él no era el único que estaba cansado del señor Tomlinson, su madre lo pasaba aún peor, porque, ¿qué pasaría si sus padres se divorciaban? Su padre contrataría a los mejores abogados del país y conseguiría arruinarle la vida a su madre.

— Tu padre ya ha acabado de cenar, ahora estará viendo la televisión. ¿Quieres que te abra la puerta del patio trasero? Así subes a tu habitación y te llevo algo de cenar.

Asintió ligeramente, y su madre le dio un último beso en la mejilla.
Se levantó sin prisas, y entró en casa cerrando la puerta tras ella. Louis se dirigió al patio trasero donde había una puerta corrediza. Al momento llegó su madre y la abrió.

— Sube rápido y sin hacer ruido.

Cruzó la cocina y fue hacia el pasillo donde estaban las escaleras, y un poco más lejos, el salón donde se encontraba su padre. Subió sin hacer ruido con sus pisadas y giró hacia la izquierda donde estaba su habitación. Entró y cerró la puerta lentamente para no armar ningún escándalo.

Suspiró pesadamente. Estaba realmente cansado. Solo tuvo fuerzas para caer boca abajo en su cama. Se quedó así un rato, con la nariz pegada a la almohada, hasta que sintió un lado de la cama hundirse y una ligera mano tocar su espalda.

— Louis cielo, te he traído un sándwich, come.

Levantó un poco la cabeza. Realmente no tenía hambre, ni ganas de hacer algo.

— Da igual mamá, no tengo hambre. No merezco comer si papá me ha echado de casa.

— No digas eso Louis. Tu padre es un imbécil, y tú mereces no preocuparte por su mierda de actitud — dijo, y se sorprendió cuando soltó una palabra malsonante —. Cariño, tienes que ser feliz, ¿vale?

— ¡Pero papá no me entiende! Le digo que no quiero estar con la hija de ninguno de sus amigos empresarios, pero parece que a él solo le importa el dinero y su empresa.

— Estás en lo cierto, a él no le importamos ni tú ni yo, le importa su propia felicidad. Pero hijo, no puedes simplemente estar triste porque él sea una mala persona.

— Lo sé. Pero no voy a llegar a ser feliz si él sigue viviendo en la misma casa que yo.

Louis suspiró, y su madre le acarició la cara, apartando el flequillo rebelde de su frente.

— No podemos hacer nada contra eso. Pero te prometo, Louis, que algún día escaparemos de aquí. Tú serás feliz junto a mí, nos olvidaremos de él, encontrarás a una chica que no sea hija de un millonario... Seremos felices Louis.

La sonrisa de la madre le llegó a los ojos,y le hizo realmente feliz,

pero,

parecía que ella tampoco lo entendía.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora