23.

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Louis... Louis despierta.

Abrí ligeramente los ojos, y noté como la luz que entaba por mi ventana me cegaba.

— Mierda, ¿qué haces? — gruñí.

Vi a mi madre junto a mi cama, desesperada por despertarme.

— Louis, llegas tarde — murmuró, moviendo mi hombro.

Traté de volver a taparme con las sábanas e ignorarla por completo, pero en un rápido movimiento consiguió arrebatarmelas y ponerlas lejos de mí.

— ¡Louis! ¿No me escuchas cuando te hablo?. Llegas tarde— me riñó, harta de mí.

Fruncí el ceño. No recordaba tener ninguna cita o acontecimiento importante.

— No llego tarde a ningún sitio— murmuré con la voz ronca y la boca seca.

Mi madre negó con la cabeza y suspiró cansada. — Louis, hoy debes acompañar a Aurora a las tiendas. Va a comprarse un vestido para la boda.

Oh mierda, lo había olvidado por completo.

— Mierda, mierda, mierda— repetí, angustiado.

— ¡Louis! No seas malhablado — gritó mi madre.

Hice caso omiso a su petición.

— ¿Qué hora es? Joder.

Ella me miró mal.

— Son las 10.30. A las 11.00 vendrá a recogerte en su coche.

Me llevé las manos a la cabeza, saqué la almohada, y me tapé la cara con ella.

— No quiero que malgastes ni un minuto más. Vístete rápido y desayuna, que al final la vas a hacer esperar.

Bufé enfadado, pero finalmente accedí.

No me arreglé demasiado, llevaba unos jeans y una sudadera Adidas gris.

Bajé a desayunar pero tenía el estómago cerrado, así que me dirigí al salón para saludar a mi padre antes de irme.

— Buenos días padre— saludé tranquilo.

— Hola hijo— dijo, despegando su vista del periódico —. ¿Hoy ireis a comprar el vestido?

Asentí ligeramente, mientras me dejaba caer sobre el sofá.

— Debes elegir un buen vestido para ella. Es un día muy especial, un día único. No debes permitir que escoja un vestido feo.

Rodé los ojos, alterado. No quería seguir escuchando a mi padre, así que sin decir nada más me levanté del sofá y fui al comedor, donde estaba mi madre hablando por teléfono.

, está bien... Te veré luego, Gladys... Claro, adiós linda.

Colgó el teléfono, y se percató de mi presencia.

Oh, Louis, hola. ¿Ya te vas?

Asentí repetidas veces.
Se levantó de la silla donde estaba, y se acercó a mí lentamente.

— ¿Te has tomado la medicación? — preguntó, cautelosamente. Negué con la cabeza, y ella me echo una mirada de obligación.

Fui al cajón de las medicinas, saque una de la pastillas que me mandó el psiquiatra, y me la tomé junto a un vaso de agua.

Mi madre me dedicó una sonrisa cálida.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora