25.

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Él estaba llorando, dolorido.

Lo único que pude hacer fue tumbarme junto a él, y apoyar mi cabeza en su pecho, mientras escuchaba su corazón desbocado latir sin límites. El césped estaba muy frío y húmedo, pero no me importaba en ese momento.

Oía sus gemidos, sus sollozos, pero lo único que podía hacer yo era quedarme callado, abrazándole el pecho.

El frío comenzaba a calar mis huesos. Estaba amaneciendo, eran las 5:30 de la mañana, apróximadamente.

Sus llantos se calmaron varios minutos después. Solo podía escuchar su respiración irregular.

Con la voz temblorosa, trató de hablar.

— No me merezco nada de esto. No te merezco.

Su voz sonaba herida y rota, como la de un niño pequeño e indefenso.

— No. Te mereces más que esto— le dije, sinceramente.

Él me dio un golpe en el brazo.

— No digas eso. Eres más de lo que merezco. Y lo siento, lo siento muchísimo — lloró, asustado—. Siento mucho no estar vivo para pasar el resto de mi vida contigo. Siento haber sido tan egoísta. Me arrepiento de todo.

— No te preocupes, Harry— traté de sonar convincente —. Ya no hay vuelta atrás, así que ya no valen los lamentos.

Con su mano, hizo circulos sobre mi pelo, enredandolo entre sus dedos.

— Sé que ya no hay vuelta atrás... Pero por mi culpa tú no puedes ser feliz. También sé que he repetido esto miles de veces, pero no podemos estar juntos. Soy un jodido muerto.

Era verdad. No podiamos estar juntos. Pero me negaba a aceptarlo.

— Da igual Harry— dije, suspirando, con los ojos húmedos.

Se dio cuenta de mi frustración, y sin avisarme, se incorporó para estar sentado, haciendo que me levantase yo también.

— No Louis, no da igual. Si diese igual, no estarías tiritando con lágrimas en los ojos. ¿Entiendes?

Comencé a llorar. Me estaba frustrando. Quería a Harry más que a mi propia vida, pero era todo tan imposible para mí.

Las lagrimas caían por mis mejillas y yo no podía hacer nada para pararlas, realmente no quería hacer nada.
En ese momento me sentí la persona más patética del mundo.

— Siento tener que llorar, y montar un numerito delante tuya. Yo no soy así, odio hacerme la víctima delante de la gente. Odio que las personas piensen que soy frágil, pero tengo unas emociones tan inestables, que no me puedo permitir estar bien delante de todo el mundo. Soy patético.

— No lo eres Louis, simplemente eres difícil de entender.

Aquello me caló hondo.

Era verdad. Yo era una persona difícil de entender, con una estabilidad emocional escasa, con un físico poco atractivo, con una salud mental decadente, con un carácter muy explosivo... Y había llegado un momento en el que no era capaz de controlarme a mí mismo.

Tras un largo y cómodo silencio, Harry rompió el hielo.

— Tengo que contarte algo— murmuró, bajito.

Fruncí el ceño, y lo miré a los ojos.

— ¿Qué pasa?

Notaba miedo en sus ojos.

— Primero prométeme que no vas a explotar.

— Te lo prometo.

Miró al suelo, y luego observó las pocas estrellas que ya se veían en el amanecer.
Tragó saliva, y en todo momento trató de no hacer contacto visual conmigo.

— Lo estoy sintiendo. Me estoy yendo — dijo, acurrucado en sí mismo.

Lo entendí todo perfectamente, pero la pregunta salió sola de mis labios.

— ¿Cómo que te estás yendo?

Él, por fin, se dignó a mirarme a los ojos. Estos estaban brillantes, húmedos.

— Estoy desapareciendo para siempre. O al menos, me queda poco tiempo.

Pensar en la idea de vivir una vida sin Harry a mi lado se me asemejó a vivir en un infierno, y el disgusto no tardó en istalarse en mi pecho.

— ¿Cómo lo sabes?

— No lo sé. Simplemente lo estoy sintiendo.

Me quedé callado, y Harry también. No teníamos nada que decir.
Recogí mis rodillas y las puse pegadas a mi pecho. Traté de mantener el calor de mi cuerpo, aunque fue en vano. Me temblaban los huesos, y me dolía la cabeza.

— ¿Qué se supone que tengo que hacer si te vas?— pregunté, con la voz temblorosa.

— No lo sé. Seguir con tu vida, supongo — se encogió de hombros.

Cerré los ojos. Estaba muy cansado, me pesaban los párpados y no iba a aguantar más tiempo despierto.
Serían las 6.00 de la mañana apróximadamente, y la noche se estaba desvaneciendo.

La bruma del sueño comenzó a consumirme, y sentí un deseo incontrolable de dormir durante tres días seguidos.

— Louis, te vas a quedar dormido. Venga, vete a dormir.

Pero yo no me quería ir a dormir. Yo quería estar con Harry el tiempo que le quedase.

— No quiero ir a dormir, quiero estar contigo — susurré, apenado.

Joder Louis, tienes que dormir aunque sean dos horas. No vas a aguantar despierto hasta esta noche. Aún tienes cuato horas para dormir sin interrupciones.

— Vale, iré a dormir, pero ven conmigo por favor. Si no, no podré dormir.

La cara de sorpresa de Harry me hizo reír por dentro. Era tan inocente.

Suspiró, cansado de mi insistencia. Levantó los brazos, en modo de derrota.

— Está bien, iré contigo si así consigues dormir, ¿sí?

Asentí alegre, y lo cogí de la mano.

Nos levantamos de aquel húmedo suelo y nos dirigimos al interior de mi casa. El cambio de temperatura fue tan brusco, que por un momento sentí escalofríos.
Subimos a mi habitación y yo me quité la sudadera, quedando solo con el pantalón de chandal.
Vi como Harry trataba de no desviar su mirada hacia mi torso desnudo.

Ambos nos tumbamos bajo las sábanas, y yo le di la espalda.

Noté esa atmósfera fría adueñarse de mi respiración otra vez. En ningún momento mi cama llegó a sentirse caliente.

Sentí los brazos de Harry rodeándome desde mi espalda. Estaba congelado, y la respiración se me cortó cuando sentí sus besos frios en mi cuello.

— Te quiero Louis. Y lo siento mucho.

Ejerció más fuerza en su agarre, acercándome más a él.

— Yo también te quiero, Harry. Gracias por haber aparecido en mi vida y ser mi ángel de la guarda.

Lo siguiente que recuerdo, es haberme quedado dormido en una bruma fría pero cómoda, con la claridad entrando por mi ventana.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora