12.

787 56 6
                                    

El día había llegado.

Louis le pediría la mano a Aurora delante de ambas familias.

Debía admitir que estaba muy nervioso, y a la vez quería que todo acabase de una jodida vez.

La caja aterciopelada daba vueltas en sus manos mientras estaba sentado en su cama. Se había parado unos segundos para pensar en las palabras que le diría a Aurora. Tan solo imaginarlo, un vacío se instalaba en su estómago. No podía creer que, realmente, esa noche iba a tirarlo todo por la borda.

En un impulso, se levantó del colchón y se puso frente a un amplio espejo. Se miró a los ojos, azules y cristalinos, y suspiró nervioso. Comenzó a ensayar mirando su reflejo.

"Desde el primer momento supe que eras la indicada... No no, Louis. Concéntrarte. Hace tiempo que quiero pedirte esto y... Y.... ¡Joder! Vale Louis, cálmate. Hace mucho tiempo que estoy planteándome esto, y creo que ya es hora... ¡Ohgg! Que mal se me da mentir. Okay, cálmate. Respira. Aurora, ¿quieres ser mi esposa? No, no. ¿quieres casarte conmigo? Louis, eres patético"

Impotente, dio un grito que brotó adolorido de su garganta. Estaba tan frustrado, que tenía ganas de llorar, gritar y patalear. Pero no lo hizo porque decidió afrontar las cosas como un humano sabio, y no echarse hacia atrás.

Metió el anillo en el bolsillo trasero de su pantalón de pinza. Se puso su chaqueta de traje, la ajustó bien, y apretó correctamente su corbata. Estaba totalmente preparado.

— Louis — habló su madre desde el pasillo —, ¡Louis! ¿Dónde estas? Oh, aquí — dijo, entrando en la habitación —. ¿Estas listo ya?

— Sí, ya acabé de vestirme.

La madre se le acercó, y estrujó su flequillo bien con la mano, ayudándose del fijador que Louis se había aplicado antes.

— Estás guapísimo, cielo— susurró la mujer, amable. Le dio un beso en la mejilla, y acarició su cara—. Venga, vámonos.

Louis se echó un último vistazo en el espejo. Frotó sus dos ojos con el dorso de la mano para quitar todo rastro de lágrimas, y entonces, abandonó su habitación.

Cuando bajó las escaleras, sus padres estaban en la entrada de su casa, esperándolo.

— Vamos a llegar tarde por tu culpa Louis, joder— dijo enfadado su padre.

Louis solo se encogió de hombros.

— Está bien cariño, vámonos ya— se dirigió la mujer a su esposo.

Se montaron en el coche, y el padre condujo hasta la mansión Jordan.

Louis no paraba de pensar, y cada vez que lo hacía, le entraban unas ganas tremendas de llorar. Estaba siendo obligado a algo que arruinaría su vida para siempre, y tan solo imaginarse a él mismo en el altar con Aurora, hacía que se le revolviesen las entrañas.

Cuando se iban acercando a la mansión, Louis se dio cuenta de que algo no andaba bien.

"Oh dios, Oh dios, Oh dios" pensaba.

Vio a más de dos coches aparcados en la puerta del palacio de la familia de su prometida. ¿No se suponía que era una cena familiar?

— ¿Por qué hay tantos coches ahí fuera?— musitó Louis con el ceño fruncido y una notoria confusión en su cara.

Oh, han venido los abuelos y los tíos de Aurora— dijo su padre, visiblemente feliz.

¿¡Qué!? ¿En serio?

El corazón de Louis comenzó a ir a más de mil p.m | pulsaciones por minuto.
No podía creer que toda, literalmente, TODA la familia de ella estuviera allí.

En ese momento fue cuando de verdad se puso nervioso. ¿Ahora se suponía que debía hablar delante de toda esa gente a la que no había visto en su vida?

" Probablemente me haga pis encima antes de que acabe mi discurso" pensó Louis, muy en serio.

Sacudió la cabeza para eliminar todos esos pensamientos, y decidió respirar hondo repetidas veces para calmarse.

Inspira...1,2,3... Exhala.

Inspira... 1,2,3... Exhala.

Inspira...1,2,3... Exhala.

Logró calmarse un poco, antes de tener que bajarse del coche.

— Buenas tardes señor y señora Tomlinson, la familia Jordan les espera en el salón — anunció el mayordomo.

El hombre de traje negro los guió hasta el salón — y Louis no entendió por qué, ya que habían estado allí varias veces y sabían donde estaba el salón, pero supongamos que era por protocolo— y les ofreció asiento en un mullido sofá para tres o cuatro personas.

La familia Jordan estaba sentada en un sofá. Aurora estaba en medio de sus padres, y llevaba un vestido de color azul cielo bastante feo (al parecer de Louis, el cual no entendía mucho sobre moda).

— Es un placer verles por aquí de nuevo— dijo Jean.

— El placer es nuestro de poder estar aquí en vuestra casa — respondió el padre de Louis, con falso respeto.

De repente se escucharon muchos murmullos a las afueras.

La gente había comenzado a llegar.

— Ya deben estar aquí nuestros invitados — gritó emocionada Thea, saliendo del salón.

Louis comenzó a ahogarse en su ansiedad. Estaba más nesvioso de lo que podía admitir, y sus manos estaban empezando a sudar.

— Espero que no os importe que hayamos invitado a algunos familiares — susurró Jean, frunciendo el ceño. Los tres Tomlinson negaron con la cabeza—. De todas formas solo viene mi madre, los dos hermanos de mi mujer con sus respectivas parejas, y un niño de 13 años.

A Louis le aterraba la idea de declararse delante de todo el mundo, y por enésima vez en el día, estaba sintiendo náuseas.

Thea entró en el salón, guiando a todas esas personas. Eran 6 en total, aunque Louis estaba seguro de que también vendría la familia Dahoui, porque eran muy amigos de Jean.
Y así fue, varios minutos después también entraron los 5 que conformaban la dicha familia. François, el padre; Manne, la madre; Èlisa, la hija mayor; Sandra, la hija mediana; y Martin, el hijo pequeño.

Ya eran 11 en total, y eran más personas de las que Louis pudo imaginar desde un principio.

— Creo que deberíamos irnos ya al comedor, así podemos sentarnos y disfrutar de un aperitivo.

Todos estuvieron de acuerdo con Jean.

El momento se estaba acercando, y Louis estaba muy asustado.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora