21.

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Mis padres habían conseguido a un psiquiatra muy pronto, con solo dos semanas de diferencia desde mi primera cita con la psicóloga. Además, había tenido una sesión más con Kim donde, dio por finalizado, que tenía esquizofrenia.

La consulta de psiquiatría no estaba muy lejos de mi casa. Era un edificio nuevo, con grandes ventanales y paredes blancas.

Mis padres entraron por delante se mí.
Observé cada pequeño detalle de aquel lugar. Era frío y ordenado, con olor a limpieza.
Mis padres se acercaron a la recepcionista, la cuál chateaba con su móvil y mascaba chicle. ¿En serio tenía que ser tan repugante mientras comía chicle?

— Hola buenas, tenemos una cita con el psiquiatra Marcus, a nombre de Louis William Tomlinson.

La mujer miró a mi madre por encima de sus gafas. Tecleó algo a desgana en su ordenador, y clickeó.

— Sala 28, segunda planta.

Mi madre sonrió de manera falsa.
Comenzamos a subir las escaleras, ellos siempre por delante de mí.

Llegamos a la sala con un cartel en la puerta con el número 28.

Mi padre golpeó la puerta con sus nudillos un poco agresivo, y segundos después, apareció un hombre.

— Ustedes deben ser la familia Tomlinson.

Mis padres asintieron, y le dieron la mano cordiamente al médico.

De repente hubo un silencio incómodo, mientras todos estábamos parados bajo la puerta.

— Bueno, ¿pasamos?— preguntó mi madre, decidida.

— No— negó el médico. Pude ver la cara extraña que puso Jay—. Quiero que entre Louis solo.

Oh... Está bien— mi madre sonrió incómoda.

[...]

Estaba sentado ante el psiquiatra, con una mesa de despacho en medio.

—  Louis, estuve hablando con Kim y... Bueno, necesito que me cuentes todo lo relacionado con... él.

Fruncí el ceño fastidiado y cansado de repetir siempre la misma historia.

Le conté lo mismo que le conté a la psicóloga, y él me escuchó atentamente, auque yo sabía que nada de lo que le estaba diciendo le importaba, y él solo quería el apestoso dinero que mi padre le entregaría después de esa sesión.

— Bien Louis. Me pareces muy valiente por contarme las cosas sin tener que insistir — me felicitó —. Y te voy a ser sincero: llevo varios años ya trabajando en esto. Al día recibo a ocho o diez pacientes, de los cuáles algunos tienen la misma enfermedad que tú — arrugué la cara—, y nunca había oído una historia como la tuya. Y si quieres que te diga la verdad, yo no creo que tengas una enfermedad.

Me sorprendí bastante al oír aquello. Por fin alguien me comprendía.

— ¿En serio?— dije asombrado, y asintió — ¿Por qué?

— ¿Sabes lo que es la esquizofrenia?— preguntó y asentí seguro —. Bien, porque creo que no encajas del todo en el pellejo de una persona con sus características.

Me alegre al oír aquello.

— ¿Y eso qué quiere decir?

— Si fuera por mí, no te mandaría ningún tipo de medicación, pero no puedo hacer eso. Esto es según desde  punto de vista de donde lo mires. Son temas muy complicados, incluso para mí— dijo el muchacho.

Maldije en mi interior. Ya se había ido todo a la mierda.
Mis ojos se humedecieron, y mi psiquiatra lo pudo notar.

— No quiero que llores, ¿está bien?. Sé que esto te puede parecer el fin del mundo, pero no lo es Louis. Sólo necesitas tiempo, y un poco de medicación.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora