29.

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Salí de casa apresurado. Eran las 3:26 de la madrugada. Tan solo llevaba conmigo mi móvil y una cajetilla de tabaco, las llaves no me harían falta porque no iba a volver a casa aquella noche.

Antes de salir, me había asegurado de dejarle una carta a mi madre en la mesa del salón para que la leyese por la mañana.
Tenía miedo de la reacción de mi madre, o lo que era peor,la reacción de mi padre.

Llevaba las manos metidas en los bolsillos de mi abrigo. Hacía mucho frio, estaba tiritando, y las nubes predecían que iba a llover mucho.

Saqué un cigarrillo del bolsillo trasero de mi pantalón, y lo encendí. Por fin un poco de calma.

Mientras andaba y me fumaba un cigarro, en mi cabeza había un alborotado debate. Las voces discutian entre sí. Una parte de mí me decía que volviese a casa, que Harry no iba a aparecer. Otra parte muy diferente me decía que lo hiciera, que las cosas irían mejor así.

Anduve durante un largo rato. Las calles estaban vacías. Era normal, nadie salía a caminar en la madrugada. — excepto yo— . Parecía como si un apocalipsis hubiese arrasado con todo.

Cuando me quise dar cuenta, había llegado a mi destino.

Oh, cuanto tiempo.

Esta vez ningún coche circulaba por el puente, estaba completamente desierto.

Se respiraba tranquilidad.
Tomé dos respiraciones profundas, cuando mi móvil comenzó a vibrar en mi pantalón.

Miré la pantalla. "Mamá"

¿Qué hacía despierta?

— ¿Qué quieres? — pregunté, indignado.

Louis— la escuché sollozar —. ¿Dónde estás?

— ¿Qué haces despierta mamá?

— Escuché la puerta de casa cerrarse y supuse que habías salido. Me levanté para ver que todo estuviera bien y vi tu carta. ¿Dónde estás? Louis,  vuelve a casa, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir.

— No mamá, ya es tarde— susurré, y las lágrimas se acumularon en mis párpados —. Yo... No quiero hablar ahora, ¿vale?. En la carta está todo lo que quería que supieras. Ya todo ha acabado, ¿te enteras?.

Ella cada vez lloraba más fuerte, notaba el dolor desgarrando su garganta.

— Louis por favor... Por favor vuelve a casa. Vuelve a tu hogar, vuele aquí con tu madre, te necesito.

Aquello me hizo un agujero en el pecho. Ouch. Sus palabras me dolían, y no pude evitar llorar.

— Lo siento mamá, de verdad que lo siento. Pero ya eso no se siente como un hogar para mí. Cuídate, ¿está bien?. Te quiero, te quiero mucho mamá.

— Louis te quiero, te quiero hijo.

Entonces colgué el teléfono y lloré más fuerte aún.

Mi madre seguía llamándome, pero yo no le cogía el teléfono, no quería hacerla sufrir más.

Seguí mi camino, hasta llegar al borde del puente, justamente el mismo lugar, exacto, donde yo me encontraba aquel día, cuando Harry me habló por primera vez.
Estar allí de nuevo me traía recuerdos y me producía nostalgia. Pensaba en lo que podría haber pasado si hubiera salvado a Harry aquel día.

Me dolía el pecho, los recuerdos me mataban, no podía parar de llorar. Era como si en ese momento, todos los recuerdos pasasen por mi cabeza sin razón alguna.

La vida pasaba ante mis ojos.

Miré al cielo y suspiré. Estaba pensando en Harry otra vez. Quería verlo. ¿Por qué se había ido? Ya no aparecía más, ya no estaba en el mundo de los vivos.

Después pensé en mi madre porque mi móvil seguía vibrando. La iba a dejar sola en una batalla tan difícil como la de aguantar a mi padre, pero sabía que ella era capaz de todo eso y más, y de que tarde o temprano iba a irse lejos, muy lejos.

A mi cabeza también vino Aurora. Ella me había ayudado muchísimo con todo el tema de la boda, estaba agradecido de que la hubieran elegido a ella y no a otra chica cualquiera. Le estaría agradecido eternamente por haberme dado lo que otras personas nunca consiguieron darme.

Mi padre probablemente ni siquiera notaría mi ausencia, su gran ego me haría pasar desapercibido, pero lo más seguro era que cuidaría mucho de mi madre, porque en el fondo — muy en el fondo— la quería.

Mi móvil no paraba de sonar, mi madre quería hablar conmigo.

Sin pensarlo, cogí la llamada.

— Mamá, deja de llamar.

El silencio se coló por la línea.

— ¿Mamá?— murmuré, esperando escuchar una respuesta.

Obtuve un suspiro de cansancio y resignación.

— Hijo...

Escuché una voz grave y rasposa.

— ¿Papá?— me sorprendí.

— Deja las bromas y vuelve a casa Louis, deja de comportarte como un niño pequeño.

La furia me recorrió por dentro.

— ¿En serio me has llamado para esto? Eres increible — dije, sin creerlo—. Esto no es una broma papá. Todo esto es por tu culpa.

— Louis...

— Espero que quede grabado en tu conciencia que tu propio hijo se suicidó por tu culpa. Espero que vayas al infierno, y no te tenga que volver a ver nunca más.

— Vuelve a casa Louis...

— No papá. Esto se ha acabado para los dos. Es tarde para arrepentirse y venir de buenas. Lo siento mucho. Espero que algún día logres perdonarte a ti mismo.

Entonces, antes de colgar el teléfono añadí:

— Mucha suerte. Cuida de mamá.

Entonces corté la línea, y el móvil cayó de mis manos, golpeando el pavimento sin romperse.

Me senté en el suelo con los pies colgando del puente. A mis lados estaban los barrotes que sujetaban la estructura del gran puente. Movía los pies en el aire, viendo el vacío de metros que había debajo, haciendo del miedo algo divertido.

De repente dejé de mover los pies, y miré de reojo sobre mi hombro.
Entonces a mi lado, a unos 5 metros, noté una presencia.

Era él.

El chico de los ojos verdes estaba en el mismo lugar que aquella noche.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora