9.

865 70 11
                                    

Una semana después...

Louis llevaba una semana sin saber nada de Harry, y eso se sentía horrible para el chico porque lo necesitaba más que nunca.

Hoy irían a una cena de empresas, un evento lujoso donde se reúnen empresas de todo el país para hablar y gastarse grandes sumas de dinero en comidas y vinos.

Su madre lo estaba ayudando a ponerse la corbata, pero Louis no paraba de pensar en que tenía que ver a Aurora esa misma tarde.

— Louis, mantente quieto un momento. La corbata se está enredando.

Su madre dio un tirón de la tela que casi lo deja sin respiración, pero al fin había acabado de hacerle el nudo.

— Ahora acaba de ponerte los zapatos y baja al salón, ya mismo tenemos que irnos.

La madre depositó un beso en la mejilla de su hijo, y le acarició la cara suavemente.

— Estás precioso— agregó, y entonces sí salió por la puerta cuidadosamente.

Louis se puso los zapatos. Se aseguró de que el zapato derecho estaba en el pie derecho, y el zapato izquierdo en el pie izquierdo: a veces se confundia con ello.

Después se miró al espejo. Se ajustó bien la americana, apretó bien el nudo de la corbata —sin ahogarse— y chequeó que todo en él estaba bien.

Cuando su imagen lo convenció del todo, bajó al salón.
Sus padres lo estaban esperando en la entrada.

— Has tardado mucho. Vámonos ya o llegaremos tarde— reprochó su padre, con aire intimidante.
Louis rodó los ojos, y olvidó el comentario.

Se montaron en el coche y se pusieron en marcha.
Estuvieron algo más de media hora en carretera, escuchando   — como siempre— una música que a Louis no lo agradaba para nada. Su padre tarareaba, su madre se mantenía en silencio, y él miraba por la ventana pensativo.

Le entró una arcada cuando se dio cuenta de que iba a tener que estar toda la noche en una reunión asquerosa con gente aún más asquerosa.
Pero de repente recordó a Harry. Lo echaba de menos, y le costaba admitirlo. Le costaba demasiado.

— ¿Queda mucho, papá? — preguntó, inseguro.

— No, ya llegamos.

Louis vio el gran edificio —más bien palacio— que comenzaba a aparecer frente a ellos.

Wow

En la puerta había un aparcacoches, y este se llevó el coche de su familia para aparcarlo en algún lugar seguro.

Luego se adentraron en la gran casa, y todo lo que vieron nada más entrar fue: dinero, riqueza, comida, gente adinerada, más comida.

Todo era espectacular.

La casa estaba decorada con muchas cosas de oro, habían cuadros por las paredes, una gran lámpara colgada del techo, y ante ellos se alzaba una escalera se que bifurcaba hacia la derecha y hacia la izquierda.

El ambiente comenzó a notarse. Había mucha gente con sus trajes de chaqueta, sujetando copas de caro champagne, y comiendo delicatessen que costaban un órgano interno del cuerpo.

Su padre se encontró a un conocido, y lo saludó amistosamente; y su madre saludó a la mujer de ese hombre, pero Louis se quedó al margen de todo el mundo.

Decidió coger lo que parecía un pan con algo raro encima, y se lo comió. No estaba malo, pero tampoco estaba exageradamente bueno: prefería un trozo de pizza.

De repente, ante su campo de visión apareció un hombre. Louis supuso que iba a saludar a sus padres, pero en cambio, lo saludó a él.

— Hola Louis— dijo estrechándole la mano— Mi nombre es Maximilian, aunque supongo que no me conoces. Soy el propietario de esta casa y el que ha organizado esta reunión.

Louis lo miraba sin expresión alguna en su cara. No entendía por qué le hablaba a él. No entendía la finalidad de esa conversación. No le importaba para nada lo que ese hombre le estaba contando, y Louis no podía parar de mirar hacia todos sitios para encontrar una escapatoria.

— Supongo que te preguntarás por qué estoy hablando contigo. Verás, sé que tu padre es empresario, y que heredarás su empresa. Pero, ¿qué te parece si hacemos lazos y trabajas para mi empresa por un tiempo? Eres muy buen partido, y quiero saber...

— No— lo cortó Louis.

El hombre se perdió, parecía no entenderlo.

— ¿Qué?

— Que no estoy interesado en tu empresa.

Louis lo miraba desafiante, dándole a entender que se fuera de su vista. El hombre parecía estar anonadado. En su cara se filtraba la confusión.

— Pero te pagaremos bien y sabemos que eres bu...

— ¡Que no estoy interesado! ¿Cómo te lo tengo que decir?

El hombre seguía confundido y a Louis se le estaba acabando la paciencia.
Sin nada más que decir, se dio la vuelta y se marchó un poco avergonzado.

— Eres un inútil — escuchó a sus espaldas, y pudo deducir que la voz provenia de su padre.
Se suponía que aquellas palabras debían dolerle, pero ya estaba muy acostumbrado.

— No iba a aceptar de ninguna manera.

— ¿Sabes que eso sirve para tener contactos a la hora de dirigir mi empresa el día que sea tuya, eh? Conoces a personas, te ganas su confianza, negocias.

El padre parecía tener las cosas muy claras y lo miraba con incredulidad, pero Louis no parecía cambiar de opinión.

— No quiero trabajar en tu estúpida empresa.

Parecía que a su padre lo habían apuñalado por la espalda. Aquellas palabras no le sentaron nada bien.
Lo agarró de la corbata y lo acercó más a su cara. Louis aparto la cara como pudo.

— No vuelvas a decir eso, imbécil.

Su padre lo soltó con agresividad. Louis se ajustó bien la corbata y lo miró con asco.
Pensó en escupirle en la cara, pero no lo hizo por respeto. Así que solo se giró y se fue a dar un paseo.

Paseó por el gran salón, y de mientras iba cogiendo cosas para comer de algunas mesas libres que se encontraban esparcidas por la estancia. Le gustaron unos rollitos de bacon con algo que parecía ser queso, pero que probablemente no lo era.

Mientras tanto, se percató de la entrada de alguien por las puertas de la mansión.

La familia Jordan.

Only AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora