Me paralice cerrando mis ojos, esperando el impacto de la hermosa bestia.
Sentí a alguien taclearme hacia un costado, mientras un grito salía de mi garganta. Sentí caer y rodar por la seca llanura, cayendo sobre algo blando, sin abrir los ojos me aferré a lo que supe que era una tela, mientras escuchaba el feroz cabálgueo en la distancia.
Calor y olor varonil penetraba mi piel y mis fosas nasales, abrí lentamente los ojos y lo que vi debajo de mi hizo que mis mejillas se calentaran de vergüenza.
Un par de ojos negros como la noche me miraban expectantes, su cabello negro revuelto lo hacia lucir bien, su cara bronceada y su mandíbula cuadrada me tensaron y ni hablar de su duro abdomen.
¡Ho mierda!
Trate de levantarme, pero su fuerte brazo me impidió que lo hiciera.
Y a mi casi se me caía la cara de vergüenza, lo único que quería era irme lejos de esta persona.
¿De donde rayos había salido?
En un movimiento rápido y fluido el chico de los ojos negros nos levanto casi sin fuerza alguna. Cuando ya me encontraba sobre mis pies y no en su duro abdomen, me retire de el haciendo que su brazo se alejara de mi espalda baja.
El chico de los ojos negros se agacho tomando su sombreo del suelo, al incorporarse me miro atentamente, mientras lo limpiaba y se lo coloco en su cabeza.
Hice una inspección rápida de él. Piel bronceada, alto y musculoso. Usaba una camiseta de cuadros negra con rojo que se adhería a su pecho y brazos, jeans de mezclilla y botas vaqueras cafés.
- ¿Se encuentra bien señorita? – pregunto con voz gruesa. –
Limpie mis manos sudorosas en mis jeans negros, luego los pase por mi cabello rizado acomodándomelo sobre mi hombro, me sentía tan temblorosa por lo sucedido.
-Estoy bien, gracias. –
-No debería de estar aquí señorita. – advirtió, mirando hacia la cerca. –
- ¿Por qué? ¿Es tuyo el lugar? – pregunte levantando una ceja. –
El chico rió meneando su cabeza.
-Las chicas de la ciudad son muy divertidas. – dijo escaneándome con sus ojos negros. –
Cambie el peso de mi pie por el otro y cruce las manos en mi pecho, en un acto de nerviosismo. No me gustaba en absoluto como me miraba y quien se creía para reírse así de mí.
-Esta zona está restringida por eso la cerca de allá. – dijo señalando la cerca con su dedo, como si fuera lo suficiente estúpida para no entender. – Para evitar accidentes. -
¡Indirecta captada!
-Entonces... ¿Tu cuidas el lugar? – pregunte cambiando de tema. -
-Todos lo hacemos. – respondió de una manera muy educada. –
Fruncí el ceño un poco confundida.
- ¿También de los caballos? – pregunte volteando hacia las montañas, teniendo la esperanza de volver a ver a ese hermoso caballo negro, pero en su lugar estaba el hermoso paisaje. –
Se habían ido.
-Particularmente de ellos, son caballos salvajes que nunca en su vida han sentido una silla de montar en su lomo. – explico. – Veo que no eres de por aquí. –
-Me acabo de mudar. –
- ¿Cuál es su nombre señorita? – pregunto con su acento texano y una sonrisa en sus labios. –
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Domando A Una Diva
RomanceEsa niña con el corazón herido todavía seguía ahí. No adaptaciones ni copias.