CAPITULO #10

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Después de enterarme de esa gran bomba, el fin de semana llego y yo no sabía que se hacía en este pueblo un sábado por la noche.

Me encontraba en pijama en el balcón sentada en el sillón rojo, este lugar era mi sitio favorito de toda la casa, me encantaba ver el atardecer aquí y como los caballos salvajes salían corriendo a la misma hora de siempre.

Me encontraba totalmente enamorada de un caballo en particular, era ese de melena larga y piel negra, que ya tenía la fortuna de haberlo visto cara a cara. Siempre lo miraba cabalgar a la misma hora, el era el que más sobresalía entre todos los caballos salvajes, me encantaba verlo correr y relinchar, alzarse en sus dos patas traseras.

El sonido de mi celular hace que despegue mis ojos de esa maravillosa vista.

Tomo el celular en mis manos y miro el identificador de llamadas... vaya, vaya.

-¿Hola?- pregunto levantándome del sillón de inmediato.-

Una tos aguda se escucha del otro lado de la línea, y después se aclara la garganta. – Ey... Natasha... soy Alan.-

Una sonrisa traviesa se formo en mis labios, empecé a caminar hasta el barandal.

-Se que eres tú. - una risita salió de mis labios. – Tengo registrado tu numero ¿recuerdas?-

Un murmullo se escucho por lo bajo.

Recargue mis codos en el barandal, dejando que la brisa de verano acariciara mi rostro y moviera mis risos.

-¿Me llamabas por algo en particular?- pregunte mirando al bello horizonte.

-De hecho si.- un suspiro profundo hizo que alejara un poco el celular de mi oreja. –

-Y eso ¿Es...?-

-¿Quieres ir a dar un paseo?- pregunto con voz entrecortada.-

Una sonrisa apareció en mis labios.

¿Qué es lo que podía perder? Absolutamente nada. ¿Verdad?

-Claro, ¿En dónde nos vemos?

Cuando colgué con Alan, corrí hacia mi habitación, cerrando de golpe mi puerta corrediza del balcón, y empecé a buscar en mi armario algo que ponerme, busque conjuntos bonito y a la vez atrevidos.

Me gustaba llamar la atención y eso era precisamente lo que quería hacer esa noche.

Me puse un bonito vestido azul veraniego, abajo colgaban unas bonitas motitas color blanco, me quedaba seis dedos arriba de la rodilla, convine mi vestido con unos bonitos tacones blancos con suela café, y coloque una diadema en mi cabello, acomode mis risos en mis hombros, me puse perfume con olor a vainilla y coco.

Me eche un último vistazo en el espejo y me observe por completo, utilice mi maquillaje pero solo maquille mis pestañas y mis labios, no tenía ganas de colocar algo más.

Camine por mi habitación tomando de la mesita de noche mis llaves y mi celular, los tome y los eche a mi bolso de mano.

Salí de mi habitación, bajando con cuidado las escaleras, pensando muchas cosas a la vez. Al llegar a la puerta escucho a mi papá saliendo de su despacho.

-¿Va a salir?- pregunta mi papá, con unos papeles en su mano y en la otra una copa de vino tinto. –

-Sí. –dije con una sonrisa angelical en mi rostro. – Voy a reunirme con las chicas en el pueblo. –

-Me alegra que ya hallas hecho amigos, como tu hermano.

-¿Es en serio?- pregunte arrugando mi frente. –

Domando A Una DivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora