Listo, lo había hecho y se sentía tan malditamente bien, no sentía nada más que su calor corporal y una paz que hace mucho tiempo no sentía.
Me separe de el por falta de aire, y no por otra cosa, Alan coloco su frente en la mía, estaba agitado igual que yo y sus labios eran de un color rojo por la ferocidad del beso, algo en mi tembló al verlo así por mí, y quería brincar arriba de él y dejarlo más que complacido, pero no lo hice, mejor, respire profundo aclarando mis pensamientos y resolviendo mis propios problemas mentales.
-¿Natasha?-murmuro con una voz ronca por la pasión.-
Observe sus labios moverse al pronunciar mi nombre, subí la mirada a sus ojos, los mantenía cerrados y se miraba tan relajado.
-Tenemos que arreglar esto cariño.- murmuro dándome un casto beso en la punta de la nariz.-
Asentí con la cabeza, perdiéndome de nuevo en su fragancia masculina. La verdad es que no tenía muchas ganas de hablar, quería sentir, eso era mucho mejor. Cerré mis parpados oliendo su fragancia, sintiendo el calor de su cuerpo, de sus manos en mi, de todo el.
Sentí sus cálidas y grandes manos en mi mejilla, menee mi cabeza como una gatita restregándome ante su caricia, sintiendo su aroma y su calidez, abrí los ojos y observe esos iris negros que me observaban con tanto cariño, que hicieron que me derritiera completamente a sus pies, sus labios se elevaron en una sonrisa cariñosa, sabiendo de sobra que el ya había entrado a ese sitio que no quería que nadie más pisara y el estaba más que encantado que yo le haya abierto las puertas.
-Alan... yo...-Menee la cabeza sin saber qué rayos decir.-
-No.-dijo tomándome en sus brazos.-Tú también lo sentiste, si no, no estarías muerta del miedo.-
La verdad es que lo sentí por todos lados.-No puedo...- murmure.-
Alan suspiro alejándose de mí pasando sus manos por su cara, sabía que le había hecho daño, y yo también me estaba haciendo daño a mí misma.
-¡¿Que es lo que te da miedo?!-exclamo explotando ante mis ojos.-
Parpadee sin saber que decir y mis manos volaron a mi boca de inmediato, mordiendo mis uñas, y es que yo había dicho que tenía que darme una oportunidad pero tenía miedo, miedo de contarle todo mi sufrimiento, y es que la verdad el merecía más, como iba estar enamorado de una persona que piensa en su prometido muerto.
-Lo siento.-murmure.-
-¿Lo sientes?- pregunto atónito.-Lo sientes...- murmuro entre dientes, caminando de un lado a otro.-
-Alan...- murmure.-
Se detuvo y me miro.- ¿Por qué te engañas tu sola Natasha?- pregunto observándome con esos ojos que he empezado adorar sin darme siquiera cuenta.-
Sin pensarlo mis labios murmuraron.-Tengo miedo...- suspire cerrando mis ojos para no verlo.-Siempre vienes a mis pensamientos, en lo escuro de la noche ahí estas sin previo aviso, apareces en la penumbra de mi balcón y yo...- menee mi cabeza en negación.-
Al abrir los ojos Alan me está observando sin aliento, se acerca a mí a paso rápido y sin previo aviso me toma entre sus brazos de nuevo y me besa. Me besa tomando todo de mí, me muerde, me acaricia, me chupa y me besa de nuevo, dejándome loca, loca por más, mis sentimientos están en revolución, mis manos vuelan a su cabeza, atrayéndolo más a mis labios, lo quiero todo de él.
Mi cabeza está en desaprobación con mi corazón y yo no puedo entenderme a mí misma, lo necesito lo necesito ahora mismo.
No sé como mi espalda llego a la pared de mi casa, estaba fría pero mi cuerpo está caliente, mis manos buscaron la piel de Alan debajo de esa camiseta, la desfaje de sus pantanos y lo toque, haciendo que su respiración se agitara en mis labios, sus manos recorrían cada centímetro de mi vestido hasta llegar a la parte baja de mi espalada, un centímetro más y su mano tocaría mi trasero.
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Domando A Una Diva
RomanceEsa niña con el corazón herido todavía seguía ahí. No adaptaciones ni copias.