Las cosas se pusieron un poco dirigibles como el desayuno que me estaba comiendo. Alan resulto ser muy amable y caballeroso, pero también se estaba convirtiendo en un grano en mi trasero.
El muy idiota era demasiado atractivo para mi gusto, y esa manera de tratarme me hacía recordarlo.
Me tense con solo pensarlo.
El sonido de un claxon hiso que Alan y yo volteáramos hacia la ventana, para ver de quien se trataba, y con solo ver el color del coche supe que era el idiota de Nathaniel.
Rodee los ojos al ver que me hacía señas para que saliera del local.
Le enseñe mi dedo corazón, haciéndole saber que me valía un comino su estúpido claxon.
- ¿Lo conoces? – pregunto Alan sin quitar la mirada del auto de mi hermano. –
-Solo ignóralo. – respondí dándole un sorbo a mi malteada. –
-No me digas que eres de esas chicas que se van de la ciudad y luego viene su ex psicópata a buscarlas. – dijo jugando con el tenedor. –
Este chico si que miraba demasiadas series.
Menee la cabeza y estaba a punto de contestarle, cuando el claxon volvió a sonar y esta vez, duro un poco más.
Rodeé los ojos por segunda vez, ocasionando que Alan riera por lo bajo, empecé a meter la mano a mi bolso, para sacar de ahí mi billetera, tenia que pagar e irme.
-Claro que no señorita. – contesto Alan al ver mis intenciones. – Corre por mi cuenta. –
-No te preocupes. -dije colocando un billete de cinco dólares en la mesa. – Yo llegue primero. –
Alan hizo una mueca de desaprobación.
-Me voy. – dije tomando mi bolso y colocándolo en mi hombro. –
-Te acompaño. –
-No es necesario, – dije parándome del asiento. – ahí se encuentra mi auto. – señale la belleza que tenía enfrente de mí. –
- ¿Ese es su auto? – pregunto un poco asombrado. –
-Si. -conteste orgullosa de mi bebe. –
Me gire, para acercarme a la puerta del local, escuchando el rugido del motor del auto de Nathaniel.
El muy idiota estaba haciendo un espectáculo en la calle.
Al salir del local camine lo más rápido que mis tacones podían darme, me acerque a la ventana del copiloto del auto de mi hermano, y me agache para asomarme.
- ¿Eres idiota o te haces? Por que la verdad no comprendo tu capacidad para pensar. – pregunte al borde de la desesperación. –
- ¿Que te dije ayer Natasha? – pregunto mirando un punto atrás de mí. –
- ¿Y yo desde cuando te hago caso? - pregunte un poco incomoda al ver que la gente se acercaba al ver el espectáculo. – Tu y yo hablaremos en casa. – sentencie, incorpórame para irme a mi auto. –
No me gire para verle la cara, pero pude escuchar las llantas chillar en el pobre pavimento, haciendo que desprendiera un olor a llanta quemada.
Al subir a mi auto me dediqué a ir lo más relajada que pude.
No podía entender a mi hermano y su estúpido comportamiento.
¿Desde cuándo era así?
Un recuerdo vino a mi mente de inmediato.
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Domando A Una Diva
RomanceEsa niña con el corazón herido todavía seguía ahí. No adaptaciones ni copias.