No sabía qué hacer, hace mucho que no estaba en una cita real, quiero decir, si salía con chicos, pero salía con ellos porque yo quería y los usaba a mi beneficio yo tenía las riendas en ese asunto y en este momento estaba tan fuera de línea. Todo este rollo se trataba de poder del poder que yo tenía sobre ellos y si quería sobrevivir en este momento tenía que jugar de la misma manera en la que había hecho antes.
-¿Entonces, esto es lo que se hace un sábado por la noche?- pregunte subiendo mi pierna arriba de la otra, haciendo que mi vestido se subiera un poco. –
Note que Alan se movía inquieto a mi lado por lo que acababa de hacer. Me encantaba saber que yo tenía un efecto sobre él.
-Pues.- Se aclaro la garganta. – esto es uno de las muchas de las cosas que hacemos por aquí. –
Su respuesta me dio un poco de curiosidad, el pueblo en si era pequeño ni siquiera sabía que había un bar, antro vaquero.
Una chica con un short bastante corto y una blusa a cuadros amarrada arriba de su ombligo se acerco a nuestra mesa. Se encontraba bastante maquillada para su edad, y esas botas que ella traía no iban para nada con su vestimenta.
-¿Estás listo para ordenar?- pregunto con vos seductora mirando directamente hacia Alan.-
Voltee a ver a Alan con mi ceja arqueada, pero él estaba tan concentrado leyendo la carta que se encontraba en la mesa, que ni siquiera se había dado cuanta cuando esa mesera le estaba coqueteando.
-Yo quiero una cerveza y unas papas fritas, ¿Y tu cariño?- pregunte con una voz más seductora que ella.-
Alan bajo su carta para verme, y la mesera abrió sus ojos por la sorpresa, era obvio que su interés principal era Alan.
Pero oigan, a mí nadie me ignora.
-Lo mismo.- dijo Alan sin dejar de mirarme. –
La mesera escribió las cosas en su pequeño cuaderno, me miro con una sonrisa de disculpas y se retiro de inmediato.
-¿Que acaba de pasar?-pregunto Alan con una sonrisa en sus labios.-
-De nada.- dije mirándolo con una cara de inocencia que se me daba tan bien.-
Alan no decía nada, en cambio teníamos una guerra de miradas, ojos negros contra ojos grises.
Ese negro de sus ojos me consumía mi alma, sabía que tenía que alejarme.
Pero ¿Cómo rayos iba a hacerlo?
-Sus bebidas...- interrumpió la mesera, colocando los tarros de cerveza en la mesa, se giro y se volvió a perder entre la gente. –
-Muy bien.- dije tomando el tarro entre mis manos, lo acerque a mis labios y le di un gran sorbo. –
-Ok, señorita yo puedo con el tarro, será mejor que vayas poco a poco con eso.- Alan dijo bajando con cuidado el tarro de mis labios. –
-Ho vamos Alan, no me vayas a decir que tienes miedo que te gane con un poco de cerveza.- dije con tono de reta.-
Alan sonrió y meneó la cabeza.
-Ho Natasha, no tienes idea de donde te has metido. – Tomo su tarro de cerveza entre sus manos e inclino su cabeza.-
Por un par de segundos la cerveza estaba ahí, espumosa y amarilla, pero luego de un par de sorbos, Alan acabó con ella, sonando su tarro contra la mesa.
-Debes de dejar de retar a los chicos de aquí nena. –
-Y tú debes de dejar de subestimar a las chicas de ciudad. – le guiñe un ojo y tome mi tarro. –
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Domando A Una Diva
RomanceEsa niña con el corazón herido todavía seguía ahí. No adaptaciones ni copias.