Olor a tierra mojada, menta, y suavizante de ropa acariciaron mi nariz, meto más mi cabeza entre el hombro de Alan y su cabeza, huela a menta y su calor corporal me consume por completo, su brazo me mantiene fuertemente pegada a su pecho que sube y baja con cada respiración que toma, se mira tan calmado a mi lado, ya es de mañana, no sé qué hora es, levanto mi cabeza para mirar por la puerta corrediza a mis espaldas, esta nublado, puedo observar a través de las cortinas blancas que el cielo esta nublado, las nubes grises se agrupan una con otras, dando al día un tomo sombrío y gris.
Me encanta este tipo de climas.
Suspiro colocando la cabeza en el pecho de Alan, subo mi pierna arriba de él y aspiro su aroma, coloco la palma de mi mano en su pecho sintiéndolo subir y bajar, levanto un poco la cabeza y observo su barbilla varonil, sus labios rellenos, sus mejillas y esos pómulos, sus pestañas negras un poco risadas, esos parpados y su cabello negro que se encontraba ligeramente ondulo y despeinado por el sueño, su piel es hermosa tipo café con leche, un poco más leche que café, y esos músculos de infarto que parecían salidos de una novela vaquera para adultos, me hacían derretirme por completo debajo de su piel, al igual que anoche, y con solo pensar lo que hicimos mi corazón empieza a enloquecer haciendo que mis muslos se aprieten calmando la excitación prolongada.
No sé cuánto tiempo estuve observan a Alan, mi respiración cada vez se volvía más tranquila se igualaba a la del vaquero a mi lado, mis parpados se sintieron pesados y mi boca se abrió ligeramente liberando un bostezo, mis parpados se cerraron sintiéndome tranquila en los brazos del hombre al que amo y no supe cuando volví a dormirme.
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Eran las 2:00 de la tarde de un sábado precioso, me encantaba disfrutar de un clima totalmente nublado, ya me encontraba aseada y cambiada, mis pantalones negros ajustados, y mi blusa blanca manga larga, combinaban con mis botines de tacones negros, estaba vez llevaba mi cabello en una coleta alta, porque el aire estaba endemoniado, corría azotando cualquier cosa a su paso.
Me encontraba en el supermercado con mi hermosísima madre, después de haber pasado una noche con mi amado y una mañana totalmente inolvidable con el también, que por cierto me reusaba a abandonar la ducha por que Alan no me dejaba salir de sus fuertes brazos y sus juguetones labios, todo el tiempo adentro en el baño se reusaba a dejar de besarme y a según el a cuidar de mi baño.
Al salir de un largo baño y una sesión de besos que luego llevaron a un sexo sin escapatoria, recibí una llamada de mi madre diciendo que la acompañara al súper, que necesitaba comprar cosas para decorar su tienda y la parte de arriba de la casa, faltaban más dulces que comprar entre otras cosas.
Fue duro dejar a Alan por un rato, después de salir de su casa a escondidas, con un pan tostado con chocolate en mi mano y una sesión de besos en su camioneta y otros pocos al llegar a casa, me dejo libre.
- ¿Qué te parece este? – pregunto mi madre moviendo la mano de un Frankenstein inflable. –
El Frankenstein era tan adorable, y mi madre a su lado moviendo la mano del inflable era más que emocionante de ver.