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Capitulo Doce: El Rey del Norte.
La noticia sobre la muerte de Lord Eddard Stark, recorrió lo largo y ancho de todo Poniente, alrededor de los siete reinos, la muerte del guardián del norte, se propagó rápidamente; Aurora estaba con Robb en su tienda cuando un soldado llegó con la noticia.
Robb salió de la tienda sin rumbo, mientras Aurora esparcía lagrimas infinitas sentada en la orilla de su cama, no podía parar de llorar, porque ella sabía exactamente lo que era perder a un ser amado, a un padre... Sabía exactamente el dolor que estaba sintiendo Robb, porque ella ya lo había experimentado, pero entonces... fue como si la herida se hubiera vuelto a abrir, a penas podía contener su aliento. Ni siquiera se podía imaginar el dolor de Lady Catelyn, ella hubiera dado todo por correr a consolarla, pero temía que la rechazara.
Se secó las lagrimas aun con leves espasmos al respirar, Aurora se puso su capa oscura y salió por el campamento, notó que Lady Catelyn caminaba sin rumbo hacia el bosque y que al pasar por entre los hombres de Robb todos se inclinaban haciéndoles saber su pesar. Pero ella parecía inmune a ellos. Aurora quiso ir por ella, pero sabía que la iba a rechazar, tal vez ella debía estar a solas.
Cuando Aurora llegó a una colina, se apoyó contra el tronco de un árbol, no podía dejar de ver a su padre al cerrar los ojos, de pensar en el dolor por el que estaba pasando Robb y lady Catelyn. Aurora admiraba a Ned Stark, él le enseñó a pelear y a defenderse, él la ayudó a superar sus miedos y a creer en sí misma, de alguna manera, sin que ella hubiera relevado su procedencia, sabía que al mirarlo a los ojos, Lord Stark ya lo sabía y no había necesidad de decir nada, desde que lo vio, Ned Stark le recordó la calma y templanza que siempre inundaba a su propio padre, Ned Stark en poco tiempo se había convertido como en su padre, y ella en su hija. Lo admiraba y verlo le recordaba a su padre, no podía negar el profundo dolor que había en su pecho, razón por la cual no podía dejar de llorar.
Soltó un gemido y se tapó la boca con las manos cuando un mar de lagrimas la inundó, guardó silencio cuando escuchó el quejido de un hombre y el golpe de algo solido con otra cosa, no hizo más que levantar la mirada para ver como la luz del atardecer, le daba a imagen de un hombre golpeando un tronco con su espada; no tardó mucho en reconocer a Robb, aún con su armadura ensangrentada, golpeando el tronco con su espada, Aurora se secó las lagrimas y comenzó a acercarse a él.
