Capitulo 30

1.2K 98 5
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capitulo 30 | Destino

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Capitulo 30 | Destino

Trabajar en la florería de Ema no le iba a devolver su felicidad, no iba a traer a Robb hacia ella para que viera crecer a su pequeño Ned, pero la distraía de estar pensando constantemente en las muchas o pocas probabilidades que existían para volver a verlo, cuando ella se ocupaba de la florería, Ema se ocupaba de aprender habilidades con su abuela, habilidades que iban a ayudarla lograr tener algún contacto con Robb desde su mundo; además su pequeño hijo de seis meses se había convertido en su único consuelo, al ver esas mejillas rosadas, esos ojos azules y ver como su cabello rojizo comenzaba a crecer alegraba los pequeños momentos de su vida en los que lloraba por no tener a Robb junto a ella.

Pero no todo era felicidad a veces, cuando estaba sola... no podía esconderse de sí misma y mentirse diciéndose que estaba bien, cuando sabía que no lo estaba. Robb no había muerto -o al menos eso quería pensar- y lo que estaba pasando hace casi un año, no era la aceptación de una muerte, era la aceptación de haberse alejado de lo que más amaba. Robb vivía en sus sueños, en sus momentos de soledad, en la cara pequeña de Ned cuando dormía plácidamente, en la sonrisa de su hijo... en cada cosa que Aurora hacía Robb estaba ahí...

Jamás iba a poder amar a otro hombre, él era perfecto para ella... era bueno, era fuerte e infinito, el amor que sentía por Robb jamás iba a romperse, nunca a iba a terminar de crecer, incluso en ese momento, en el que cortaba las hojas feas de un par de rosas blancas para ponerlas en su lugar, su amor por Robb se hacía incluso más fuerte en su ausencia, aumentando las esperanzas que jamás iban a morir dentro de ella...

—Sabía que ibas a estar aquí — Aurora levantó la vista cuando la campanilla sobre la puerta sonó.

—Ya me iba a casa — respondió con una sonrisa al darse cuenta de que se trataba de Ian.

El chico con el que había chocado hace varios meses atrás, aquel que no dejaba de recordarle a Jaime Lannister, había llegado a su vida para quedarse y algo le decía que no pensaba irse de su vida. Ni aunque ella lo obligara.

—¿Y Ned? — Ian dejó su mochila cerca del mesón donde Aurora cortaba las hojas, ella apuntó abajo al otro lado del mesón, Ian se asomó para ver al pequeño de cabellos rojizos durmiendo en su pequeña mecedora personal — llegué tarde.

GUARDA PROMESAS | Robb Stark |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora