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Capitulo 35 | Recuerdo de Robb
Todo estaba listo para la batalla, Jon había unido las fuerzas de los salvajes y las demás casas que todavía querían vengar la boda roja, a su madre, a sus hermanos y a su padre, Jon envió un cuervo para advertirle a Ramsey que se rindiera y entregara el castillo, pero éste se negó, así que el día de la batalla había llegado; Robb se sentía con las ganas enérgicas que clavar su espada en el pecho de hombres que habían asesinado a su madre y deseaba que las horas pasaran rápido.
Antes de comenzar la guerra Robb acompañó a Jon y a Sansa, junto a otros guardias a un parlamento con Ramsey, se reunieron cerca del árbol de los dioses donde Ramsey se dio cuenta de la mentira de su padre y que Robb Stark no estaba tan muerto como lo solía alardear.
—Vas a morir hoy, Lord Bolton — le dijo Sansa, antes de apretar las riendas del caballo y alejarse de los hombres, su "esposo" se largó a reír con sorna mientras Robb miraba al maldito de la misma forma que lo hacía Jon; como si quisiera saltar del caballo y matarlo ya.
—Ustedes dos si que dan miedo — ironizó Ramsey — nos vemos en batalla.
Jon se alejó rápidamente molesto, mientras Robb le daba una ultima mirada moribunda a Ramsey.
Cuando la guerra comenzó, por un momento Jon y Robb estuvieron a punto de ser vencido por los Bolton, por un momento solo hasta que las fuerzas de los señores del valle aparecieron para salvarlos de morir, Robb se precipitó rápidamente al castillo con sus hombres, quienes mataron rápidamente a los hombres de Ramsey, cuando éste estuvo frente al Bolton, lo apuntó con flechas, fallando en todas ellas, cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, tiró la espada al suelo y comenzó a golpearlo ferozmente; Robb no solo lo hacía por todo lo que le había hecho a su hermana Sansa, lo hacía porque los Bolton habían matado a su madre, Los Bolton lo hicieron alejarse de la mujer que amaba, Los Bolton habían jodido su vida de muchas maneras, eran unos egoístas, ambiciosos y traicioneros que no merecían vivir.
—¡Robb, basta! — le gritó Sansa bajándose del caballo. Pero Robb estaba sumido en sus golpes directo al rostro ensangrentado de Ramsey quien sonreía todavía, con la nariz y la piel rota por los puños de Robb — ¡Robb! ¡Vas a matarlo!
Robb levantó la cabeza, con la sangre de muchos hombres sobre su armadura, su cabello sucio al igual que su cara, con la sangre salpicada de Ramsey para ver a su hermana con desconcierto, había perdido la noción del tiempo, de todo.
—Sansa... — le reprochó Jon a su lado
Sansa miró a Robb con determinación.
—Merece morir — le dijo — pero no de ésta forma.
—¿Y cual crees que es una buena forma para éste bastardo? Merece que lo mate — Robb escupió en la cara de Ramsey mientras tenía una mano alrededor de su cuello.
—De la mejor forma que él conoce, de una muy satisfactoria para él
Ramsey movió sus ojos y abrió la boca llena de sangre como si quisiera decir algo, pero se fue a blanco y terminó por perder la conciencia. Robb se levantó tambaleante y Jon lo sostuvo de los hombros, pero no quería hablar... quería estar solo, así que bajó a las criptas, apoyándose de la pared, le dolían las costillas y la pierna derecha, no estaba interesado en ver si había sido gravemente herido, necesitaba estar frente a la tumba de su padre, necesitaba estar con los muertos como si eso le trajera reconforte.
—Te estaba buscando — Robb miró hacia el costado cuando cayó de rodillas frente a la tumba de su padre — supuse que estabas aquí.
—No quiero hablar ahora, Melissandre
La mujer juntó las manos sobre su vientre y caminó para ver más de cerca la estatua del hombre que tanto amaba Jon y Robb.
—¿No quieres saber sobre tu esposa y tu hijo?
Robb la miró fijamente.
—¿De que hablas?
—Hice contacto con alguien que... digamos está unida a mí
—¿Unida a ti?
—Es una bruja del mundo donde vive tu esposa, al parecer son muy cercanas
—¿La viste? ¿Viste a Aurora? — Robb se levantó como pudo y agarró a Melissandre por los hombros
—No la pude ver, pero si a su amiga — declaró Melissandre — creo que, si trabajamos juntas, seremos capaces de abrir el portal que te lleve a su mundo.
Robb la soltó y respirando para calmarse miró la estatua de su padre.
—Dices que debo ir ahí — musitó a modo de pregunta
—Tú destino está aquí — declaró la mujer roja — pero debes hacer este viaje, en necesario.
—¿Necesario para qué?
—Lo sabrás en su debido momento, mi Lord... pero una cosa sé, y es que, si no vas a ese mundo, jamás volverás a ver a tu esposa ni conocerás a tu hijo
Robb contempló a Melissandre fijamente.
—Iré — declaró — si así debe ser, iré.
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