Capitulo 39

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Capitulo 39 | Sueños

Después de cinco cervezas, la vista de Ema se volvió borrosa, sonreía como una tonta y parecía que no tenía voluntad por si misma, su cuerpo parecía de gelatina y si no hubiera sido por Ian tal vez no hubiera llegado viva.

—Espera — dijo la pelinegra al cruzar el umbral de la puerta — este no es mi apartamento, ¿O sí? — se giró a ver a Ian que cerraba la puerta tras ella y se quitaba la chaqueta de los hombros

—No, es mío

—¿Y porqué estamos aquí?

—Supuse que no querías ir a tu apartamento y escuchar el sermón de Aurora

—Aurora no me daría un... — Ian la miró fijamente con una expresión sabionda y Ema sonrió encogiendo sus hombros — bueno, tal vez sí, un poco.

Arrastró sus pies hasta el sofá de color negro en medio de la sala y a pesar de su estado ebriedad, Ema notó que el apartamento de Ian era uno muy ordenado.

—¿Quieres algo de beber?

—Que no sea alcohol, no sé si mi cuerpo pueda soportarlo

—Café colombiano

Ema asintió con una sonrisa y cerró los ojos disfrutando la sensación de tranquilidad, por primera vez se sentí así de tranquila, abrió los ojos minutos más tarde con el olor de un exquisto aroma a café colombiano.

—Gracias — musitó cohibida por la mirada del blondo que se sentó a su lado con su humeante taza de café, Ema miró hacia el ventanal y notó que la madrugada se estaba acabando — amanecerá pronto.

—Ahá — Ian bebió de su café en un suspiro — ¿Puedo preguntarte algo, Ema?

—Supongo que sí

—Aurora dijo que tú... tenías poderes, ¿De qué clase de poderes hablaba?

La chica casi se atoró con su propia saliva, sin embargo logró safarse del bochorno con una toz disimulada.

—Bueno, hace poco que lo descubrí la verdad. ¿Por qué quieres saber? ¿Te aterra tener a una amiga que puede ser una bruja? — Ian sonrió socarrón.

—Claro que no, pero hay cosas que no entiendo — Ema apoyó los codos sobre sus piernas mientras lo miraba expectante — Aurora dijo que su "esposo" no pertenecía aquí, que esa era la razón por la que ella lo esperaba y luego me contó que tú habías ido a traerlo de vuelta. Luego ella me contó que él no era de éste tiempo, ¿Tú trajiste a su esposo a través de tus poderes?

Ema dejó la taza sobre una pequeña mesita y se masajeó las cienes.

—Es un poco complicado

—Creo que puedo entenderlo

—Robb Stark es del pasado, no se con exactitud el año, pero no pertenece a éste siglo. Aurora fue llevaba a ese siglo a través de un colgante que perteneció a un linaje importante del pasado, eso fue lo que la llevó a ese lugar

—¿Viajó en el tiempo?

—Algo así — Ian suspiró pensativo y luego fijó sus ojos en los de Ema — ¿Puedo contarte un secreto?

—Seguro, sabes que puedes... confiar en mí

—He tenido sueños Ema — confesó — yo cargo una espada en mis manos, mientras a mi alrededor hay cientos de guerreros, siempre es el mismo sueño, cada noche, estoy sorprendido de no volverme loco. Detesto dormir por lo mismo.

Ema tragó saliva.

—¿Desde hace cuanto que... sueñas esto?

—Desde que conocí a Aurora, como si... me ligara a ella

Ema parpadeo repetidas veces, se tomó el atrevimiento de tomar las manos de Ian y éste curioso la miró de vuelta.

—Dejame probar algo — dijo ella y el chico asintió.

Ema cerró los ojos y concentró todo su poder en los sueños de Ian, no tardó demasiado en tener las visiones que habitaban en la mente de Ian, ella podía ver claramente un campo de batalla y podía verlo a él, dentro de una armadura blanca, blandiendo su espada contra enemigos vitales, la sangre saltaba sobre sus rostros pero Ian seguía luchando, sin detenerse.

Abrió los ojos abruptamente, con el corazón acelerado.

—¿Qué pasó? ¿Viste algo?

—Lo mismo que tú... — musitó anonadada — ¿Tú crees que tenga que ver con Aurora y el lugar de donde viene Robb Stark?

Ian encogió los hombros.

—No te hubiera contado si lo supiera

—Yo creo que sí, Ian... Yo creo y siento, que de alguna forma tú... perteneces ahí, como si hubieras tenido antepasados que te conectaran a ese lugar ¿Jamás nunca has tenido otro sueño así?

—No, todo pasó desde que conocí a Aurora, como si se me hubieran abierto los ojos

—Vamos a averiguarlo, te lo prometo — Ian asintió y apretó los dedos de Ema contra los suyos mientras se miraban complices y confundidos.

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