5. Nada le hará cambiar de opinión

8.5K 939 60
                                    

¡Esta historia ya ha superado las 100 visitas! No puedo estar más contenta, y todo gracias a vosotros/as :D Aquí os regalo un capítulo más, porque ayer fue festivo en España y me dio tiempo a adelantar un poquito

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Esta historia ya ha superado las 100 visitas! No puedo estar más contenta, y todo gracias a vosotros/as :D Aquí os regalo un capítulo más, porque ayer fue festivo en España y me dio tiempo a adelantar un poquito. ¡Espero que os guste!

P.D.: Pregunta para lectores, ahora sí - ¿Cuál de las tres amigas es vuestro personaje favorito? En este capítulo se ven muy bien sus personalidades, ¡jajaja!

Al día siguiente, lady Sophie se despertó en su habitación con el sol ya alzado. Se permitió estirarse cómodamente hasta que su doncella entró con una sonrisa, y ayudó a la joven a peinarse y a prepararle un baño. Era sábado y no tenía planes, así que seguramente daría un paseo por el jardín de su propiedad, una casa a las afuera de Londres pero no demasiado lejos de la City; o leería un buen libro en el despacho de su padre, acompañada por una taza de té y su perro labrador.

En el comedor ya estaban lord y lady Collingwood empezando a desayunar.Antes de ponerse a la mesa, Sophie cogió un tarro de leche y un poco de miel, que siempre servía a su padre por las mañanas,independientemente del servicio, para ayudar a su salud.

–Aquí tenéis, padre.–le dijo tendiendo la bebida y dándole un beso en la frente. Sus progenitores sonrieron, y la joven, ataviada aún con camisón y bata, se sentó frente a su madre para proceder a untar unas tostadas con mermelada–. ¿Tenéis algún plan para hoy?

–Hay una feria en un pueblo cerca de aquí, así que quizá nos pasemos para ver qué productos tiene. Tu madre tiene ganas de probar nuevos quesos.

Normalmente las parejas de casados no solían ir juntas de compras, o hacían vidas bastante diferentes, pero en caso de los Collingwood no era así. Habían tenido la suerte de encontrar a su alma gemela, y desde su boda iban juntos siempre que podían. A su madre no le había importado apartarse de la ajetreada vida social por pasar sus días tranquilamente en el campo rodeada de su familia y animales. No tenían muchos sirvientes, pero sí los necesarios para la limpieza,cocina y ayuda personal, que llevaban con ellos desde que Sophie tenía memoria y ya eran parte de la familia.

–Sophie,nos ha dicho Tom que pronto nacerá el nuevo potrillo. Preguntó si querías ver su nacimiento antes de que lo vendiésemos.–le informó su madre con voz dulce. Ella todavía se conservaba muy bien, cosa que asociaba al buen aire del campo y a los alimentos de la tierra. Sophie se enorgullecía cada vez que su padre decía que las dos eran como hermanas, porque siempre consideró bella a su madre.

–¡Sí,claro que sí! Pero, ¿seguro que no podemos quedárnoslo, papá?

–Hija,un caballo nuevo son muchos gastos, y ya tenemos tres. Vendiéndolo tendremos mucho más beneficio.–razonó el hombre levantando la vista de su periódico. Su pelo comenzaba a tener ya algunas pinceladas grises y blancas aunque, como su madre, todavía era joven.

Los señores Collingwood sólo tenían como hija a Sophie porque sus dos hermanos pequeños murieron muy jóvenes a causa de una enfermedad.Su recuerdo siempre estaba presente, aunque ya habían aprendido a convivir con la tristeza desde hacía muchos años. Ahora eran ellos tres, y se amaban todo lo que una familia podía amarse.

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora