7. ¿Lección o venganza?

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¡Yuju! ¡Más de 200 visitas! Gracias de nuevo a todos, no me esperaba alcanzarlas tan rápido :D Este capítulo es más largo, como recompensa

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¡Yuju! ¡Más de 200 visitas! Gracias de nuevo a todos, no me esperaba alcanzarlas tan rápido :D Este capítulo es más largo, como recompensa.

Paul Graham montaba a Leyenda, su Quarter Horse inglés,atravesando las colinas y verdes prados del pueblo sobre el que se erigía el augusto castillo en el que todos los duques de Montrose se habían alojado. El viento frío y húmedo escocés azotaba su cara y hacía bailar la trenza que todos los hombres de su familia se hacían de niños. Se paseó entre las calles, y los campesinos le ofrecían manzanas o frutos de su tierra mientras lo despedían con sonrisas y veneración, hasta llegar a sus propiedades.

Nada más atravesar la fortaleza de piedra, ya podía oler los suculentos platos que preparaba su cocinera y amiga de toda la vida.Dejando a Leyenda en las caballerizas, se dirigió al salón principal del castillo, donde las notas bailaban por sí solas, para encontrarse con la multitud allí congregada. Su hermano bebía y bailaba alegremente con todas las alegres muchachas que se le acercaban, mientras sus padres lo miraban divertidos.

Todos eran felices, comían y danzaban sin cesar, y hasta se le acercaban mujeres bonitas con miradas que prometían goce infinito,pero él seguía caminando por el salón, hasta que se tropezó. Y frente a él, apareció una joven que poco tenía que ver con el resto: su vestido cerrado, sin posibilidad de imaginarse un solo trozo de piel, y su moño tirante, sin un solo pelo rebelde fuera de su sitio, revelaban su origen entre las demás señoritas que movían sus melenas al ritmo de las caderas.

Entonces, la dama le devolvió la misma mirada que se había encontrado días atrás: furiosa, decidida y obstinada, pero también inocente y adorable. Él se acuclilló para ayudarla, tendiéndole la mano, pero de repente todas las risas de alegría se convirtieron en burla hacia su persona. Paul miró a su alrededor; la gente lo señalaba y criticaba, porque en vez de estar cubierto con sus mejores galas, de pronto sólo tenía una camisa que difícilmente cubría todo.

El duque de Montrose se incorporó de golpe en la cama, con la frente y el cuello sudados por el mal trago del sueño. Fue hasta la jofaina y se lavó la cara con agua helada para despertarse del todo. ¿Porqué había soñado justamente con ese diablillo esa noche?

–Es porque hoy es el día, Paul. Hoy verás a esa mujer, y podrás cobrar tu deshonra.–dijo decidido frente al espejo, casi no reconociendo su nueva imagen.

Por su parte, lady Sophie estaba hecha un manojo de nervios esa mañana. Angela llevaba días repitiéndole que no la perdonaría si rechazaba la invitación a tomar el té en su casa, acompañadas por su primo y amigos. No se había vuelto a preocupar por encontrárselos desde la noche del baile, pero ahora le había vuelto la ansiedad.¿Qué pensaría lord Cassidy de ella? ¿Se atreverían a hablarle?¿Deberías ser ella quien iniciase una conversación? Menos mal que estarían allí sus amigas para ayudarla...

–¿Crees que este vestido es adecuado? ¿Lo ves muy exagerado, o está bien?–preguntó a su doncella, dando una vuelta sobre sí misma para comprobar que todo estaba correcto. Su traje, una falda con varias capas de volantes y corsé con escote en pico en color beige, era quizá demasiado arreglado para sólo ir a tomar el té,pero al menos tendría que dar buena impresión con algo que no fuese su carácter.

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora